En la cosmovisión maya, la araña
representaba la placenta de la diosa del parto Ixchel, la Señora del Arco Iris,
pues se consideraba que el hilo de araña que salía de la parte central de la
diosa, representaba la vida que unía a todos los seres humanos, como un enorme
cordón umbilical.
Muchas de las arañas mayas estaban
relacionadas con el tejido y la hechicería; recordemos que Ixchel fue la
patrona de las tejedoras, a más de ser la diosa del amor, la luna y la
medicina, a la cual muchas veces se la representaba acompañada de un hermoso
conejo.
Se nos la presenta como una diosa
vieja, fea y mala, que disfruta vaciando odres de cólera y maldad sobre el
mundo, si creemos lo que nos dice el Códice Dresde.
Y así como podía dar vida a los seres
y a la naturaleza, regía el nacimiento de los niños y tenía la capacidad de
curar.
Enviaba a la tierra las inundaciones y
las tormentas que causaban graves daños en el mundo intermedio: la Tierra. En
esta advocación, se la representaba rodeada de símbolos de la muerte y la
destrucción, con una serpiente enrollada al cuello y a la cabeza, y adornada de
osamentas humanas; sus pies estaban formados por garras amenazadoras. Asimismo,
suele aparecer tejiendo el telar de cintura, del cual había sido la inventora,
y se cree que estaba tejiendo cuando atrajo la atención de su marido, el Sol.
Como era la suprema tejedora, Ixchel
está asociada a la araña, cuya tela simboliza su placenta, ya que la araña crea
el hilo de la vida, a la manera de un cordón umbilical.
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