Cuentan los antiguos mayas en un
hermoso mito, que cuando el Sol y
la Luna huyeron de la destrucción del mundo se cobijaron bajo el caparazón de
una tortuga, lo que permitió a la Luna efectuar su habitual recorrido, pues con
ello evitó morir destruida por el cataclismo. Muchos de los códices mayas
representan al dios Sol llevando a cuestas el caparazón de una tortuga. A más,
la tortuga es la insignia de los cuatro bacaboob que sostienen el Cielo, y se
encuentran situados en los cuatro puntos cardinales, ya que los mayas concebían
al planeta Tierra como una gran tortuga, cuyo caparazón simbolizaba su
redondez.
Pawahtún, el Cargador del Cosmos, uno y
cuatro a la vez, se representa con los brazos en alto, el rostro arrugado, la
boca desdentada, y el cabello cubierto con una red. Carga un caparazón de
tortuga en la espalda, y su glifo se representa por medio del caparachón.
Pawahtún mora en el Cielo, la Tierra, y el Inframundo; su tarea es sostener la
bóveda celeste y la superficie de la Tierra. La naturaleza del dios es pétrea.
A él le correspondía presidir los cinco días nefastos, wayeb’, del calendario
solar, a más de ser el patrono de los pintores y los Tlacuilos.
En la astronomía maya la constelación
AC se refiera a la Tortuga; es decir a Orión. En el Diccionario Motul, AC EK,
las estrellas que están en el signo de Géminis,
forman la figura de una tortuga. Además, se la identifica con el solsticio de
verano, porque su lentitud de movimientos representa al tiempo cuando parece
que el Sol no se moviese; el mes Kayab, tiempo del solsticio, está representado
por la cara de una tortuga. Por otra parte, según el cronista Diego de Landa,
la letra A es un glifo que representa a una tortuga.
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