En la Primera Creación la pareja
humana inicial fue hecha de barro. Cuando los hijos de
sus descendientes tenían seis meses de nacidos, se los comían, una vez que los
habían hervido en agua. Este hecho enojó al Padre Sol quien mató a la pareja y
castigó a los hombres enviándoles un horrible diluvio de agua hirviendo. Los
hombres rompieron sus ollas para que sus espíritus pudieran escapar.
Vino una terrible oscuridad y todos
murieron devorados por las serpientes, los pumas y los jaguares que nacieron en
esa oscuridad. Pero los niños no murieron, sino que les salieron alas y se
convirtieron en pájaros. Los pocos hombres que lograron salvarse se fueron a
refugiar a las cuevas y a las montañas. Los que se fueron a éstas,
comieron frutas, plantas silvestres y bellotas, por lo que se convirtieron en
ardillas y monos. Los que se escondieron en las cuevas comieron bulbos y
plantas.
Ese fue el castigo que les dio el
Padre Sol por no haber muerto en la inundación como él les ordenara. Además,
los convirtió en mapaches, a quienes ya se les olvidó que un día fueron
hombres. Por eso se meten a las milpas a comerse el maíz tierno. Una mujer
sobrevivió porque se subió a la cima de un cerro con su perro, hizo el amor con
él obligándolo, y quedó embarazada. Así surgieron los ladinos mestizos. Los
únicos que se salvaron de tal inundación fueron los sacerdotes, porque eran
monos araña y aulladores que se subieron a los árboles.
En la segunda creación, el Padre Sol
dio vida a un segundo hombre hecho de madera labrada, que pudo hablar en cuanto
estuvo terminado. El Sol le dio un instrumento de madera con una sola cuerda,
pero como el hombre no supo cómo tocarlo, el Padre le rompió las manos y los
pies, pero luego les hizo otros. De puro gusto, el hombre se puso a bailar.
Después el Sol le construyó una casa y
le dio una mujer. En esa casa vivieron y se multiplicaron; así fue como
surgieron los seres humanos. Pero como no sabían hacer nada ni hablaban, el
Padre Sol les envió otra inundación de la que tan solo se salvó una pareja que
se metió en una caja. Poco a poco, las aguas se retiraron y surgieron los
valles, las cuevas, los cerros; pero también los demonios y las serpientes.
El Sol se llevó a su casa a la pareja
que se había salvado y le preguntó si quería quedarse con él. Como ellos no
quisieron porque le reprocharon que casi los hubiera matado, el Sol se enojó y
los convirtió en monos. Y volvió a desaparecer la raza humana
La inundación destruyó todo menos a
los reptiles: la serpiente de cascabel, la serpiente-oveja y la ballena, porque
el dios que vivía en la parte subterránea, se los llevó con él y los alimentó.
La comida que les dio los transformó en pollos, pero luego volvieron a su
estado normal y se fueron a sus propias cuevas.
En la Tercera Creación el Padre Sol
dio vida a Adán y Eva. Los hizo de barro; iban desnudos y no tenían casa ni
comida. Como la Tierra era plana, el Padre Sol envió un terremoto que le dio
relieve. Pero la Tierra seguía cubierta de agua, y el Sol pidió a los dioses
subterráneos que hicieran cauces para los ríos y le ordenó a los mares que se
evaporaran lo suficiente para dejar libre a la Tierra de tanta agua. Con la
leche de sus senos, la Virgen salpicó a la Tierra, y a las gotas les salieron
raíces y plantas que luego dieron papas.
Pero Adán y Eva no sabían comérselas y
la Virgen les enseñó. De su collar roto se crearon los frijoles, y de la sangre
del talón del Sol, los chiles. De su ingle y de su axila, el Padre se
cortó un trozo de carne que se convirtió en maíz, el cual regaló a los hombres
a quienes gustó mucho. Después, los seres humanos aprendieron a sembrarlo y a
cosecharlo, a hacer casas, vestidos, cocinar y criar cerdos y aves.
Como estos hombres no tenían hijos,
trataron de hacerlos de madera, pero existía el problema de que no podían
caminar ni hablar por ser de palo. Para que aprendieran a hacer hijos de
verdad, el Sol les envió un mensajero que les enseñó a hacer el amor. Pero no
se dieron cuenta de que el mensajero era un demonio que se había acostado con
una mujer casada para enseñarles bien cómo se debía hacer el amor. El marido de
la mujer se enojó y le prohibió ver al mensajero.
Los hombres, que ya sabían hacer
fiestas, bailar y cantar, decidieron hacerle una fiesta al
Padre Sol en el atrio de la iglesia, porque les había dado herramientas de
trabajo como machetes, hachas y azadones. Las herramientas tenían la facultad
de trabajar solas, por lo que los hombres no hacían nada porque no sabían cómo
emplearlas. Los dioses del Inframundo hablaron con el Sol y le dijeron que eso
no estaba bien, que si los hombres no trabajan no se cansarían y entonces no le
rezarían. Entonces, el Dios Padre les ordenó a los hombres que trabajaran y lo
adoraran.
Todos los hombres hablaban español.
Pero como se peleaban mucho entre sí, el Padre ordenó que se separaran en
grupos y que cada uno empleara una lengua diferente. Así aprendieron a hablar
tzotzil. Pero el Padre Sol no estaba conforme, ya que los hombres eran malos y
estúpidos, por lo cual mandó un terremoto y lo destruyó todo. Esta vez el Padre
Sol creó el mundo actual. En él aparecieron todas las costumbres y tradiciones
de los indios tzotziles. Este mundo actual cuenta con 150 o 400 años.
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