miércoles, 27 de agosto de 2014

ITZAMA EL SEÑOR DE LOS CIELOS, LA NOCHE Y EL DÍA



En la cosmovisión maya Itzamná ocupa un papel fundamental en la creación del universo. Sentado desde una banda astronómica, símbolo de los planetas, dirigía al cosmos desde su morada en el Cielo. Itzamná, creador del fuego y del corazón, representaba la muerte y el renacimiento de la naturaleza.

Debido a su carácter omnipresente se le representó de muy variadas formas: como viejo desdentado; como pájaro sagrado, Itzam Ye, símbolo del plano celestial; y como cocodrilo, Itza Na Kauil, connotación  del plano terrestre. Asimismo, su imagen podía representarse con atributos de jaguar, venado, pez, y serpiente. Fue asociado con el agua, el fuego, la vida y la muerte.

Estaba vinculado con el rostro del Sol y con la lluvia y, por ende, con la agricultura. Fue el hijo de Hunab Ku, el dios único, y esposo de la diosa Ixchel, la truculenta Diosa de la Luna. Su nombre proviene de su famosa frase con la que se definió ante los hombres: Itz en kaan, itz en muyal, soy el rocío del Cielo, soy el rocío de las nubes.

Pero su nombre también puede significar “casa de la iguana” Según el historiador Eric Thompson, su nombre deriva de itzam, lagarto, y de naaj, casa, lo cual nos daría Casa de Lagarto. El Dios Cocodrilo enseñó a los hombres el cultivo y el uso del ki, henequén.

Además, fue el primer dios-sacerdote inventor de la escritura y de los libros, y el mecenas de la medicina. Es nada menos que el descubridor de las ciencias y el conocimiento, y patrón del día Ahua, el último y el considerado el más importante de los veinte días maya que conforman el mes.

Finalmente, mencionemos que para los mayas la Tierra era un gran cocodrilo, Itzam Cab Ain, Iguana Cocodrilo de la Tierra, Caimán de la Tierra; o bien, Chac Mumul Ain, Gran Cocodrilo Lodoso. Como nos dice Thompson: Los mayas creían que el mundo descansaba sobre el tórax de un enorme caimán o lagarto, y que éste, a su vez, flotaba sobre una vasta laguna.

Aunque a veces la Tierra se representaba como un caparazón de tortuga. Al cocodrilo se le identificaba con el Inframundo y con el Cielo. Así, nuestro animal sacralizado compartía una relación tripartita: Cielo-Tierra-Inframundo.



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