lunes, 11 de agosto de 2014

EL ÁRBOL BENDITO DE LA COLONIA SAN MIGUEL



Érase un fraile, cuyo nombre está olvidado, que diariamente hacía viajes de México a Tacubaya, posiblemente a la sede del arzobispado que estaba situada en lo alto de esta población.

Antes de emprender la subida, que por la edad del caminante era en verdad fatigosa, solía descansar unos minutos para luego reanudar su camino. Un día de tantos, después de atravesar por la hacienda de los condes de Miravalle, que era parte de su acostumbrado trayecto, al caer la tarde fue sorprendido por un aguacero torrencial.

Dado que las casas de los barrios de Santiago y San Miguel estaban retiradas, tuvo que conformarse con el relativo albergue de las ramas de un frondoso árbol, bajo las cuales se detuvo a esperar que amainara la lluvia, pero en vez de disminuir, a cada momento seguía con más fuerza, acompañada de relámpagos y truenos que se oían caer en lugares cercanos, con desatada furia. Como el lugar estaba situado en la bajada de la pendiente llegó una corriente de agua a tal grado abundante que era imposible transitar en ella.

Puesto que la lluvia parecía interminable y se aproximaba la noche, el fraile, lleno de pavor, imploró al cielo porque le sacara con bien de ese lugar.

Al poco tiempo cesó la lluvia, quedando el fraile ileso y seco de ropas porque el follaje del árbol lo había protegido. Minutos más tarde pasó la corriente y el caminante pudo seguir su marcha, no sin antes bendecir el árbol, profetizando que se conservaría fresco y lozano.

Narra la leyenda que de sus raíces brotó un arroyo y muchos años se dijo misa abajo de sus frondas.

Esta leyenda del árbol bendito es recordada por los habitantes de mayor edad de la colonia, no poniéndose de acuerdo en la actual ubicación del susodicho. Unos afirman que se encuentra en el interior de una casa particular, otros que se encuentra en la parte de atrás de la iglesia de San Miguel Arcángel y unos más aseguran que se encuentra abandonado en la calle de Vicente Eguía.

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