Hace muchos miles de años, Riox, Dios creó al
mundo. Para que le ayudara en la manutención de los otros dioses que vivían con
el en el Cielo, dio vida a otro ser divino.
Cuando Riox creó a los hombres por primera vez los
hizo de lodo, pero estaban tan sin consistencia que se caían, no podían voltear
para atrás porque su cabeza se les rompía. Tampoco podían hablar. Un buen día
los hombres de humedecieron y desaparecieron.
Para llevar a cabo la segunda creación los dioses
se reunieron con la Abuela, Ixpiyacoc, y con el Abuelo, Ixmucané, para saber
qué hacer. Entonces Riox, El Formador, hizo a los hombres con granos de maíz y
madera del árbol tzité. Este seres de madera se multiplicaron y tuvieron muchos
hijos, pero como eran de palo no tenían alma ni entendimiento, andaban a gatas
sin destino, y no tenían conciencia de quién los había creado.
Pasado cierto tiempo, el dios Huracán les envió una
inundación y todos los hombres de madera se destruyeron.
En la tercera creación, Riox creó a los hombres de
tule y de tzité. Pero eran incapaces de hablar y de entender nada. Una resina
que cayó del Cielo y los golpes de armas que recibieron de los dioses por estar
tan mal hechos y por ser inútiles, los mató. De estos seres descienden los
monos.
La cuarta creación dio inicio cuando Hunahpú y su
hermano gemelo Ixbalenqué –hijos del dios Hunhuahpu y de Ixquic- subieron al
Cielo para convertirse en el Sol y la Luna. Fue entonces cuando Tepeu, el dios
del Cielo, y Gucumatz, el dios de las tempestades, pensaron que había que crear
nuevos hombres.
Huracán, el dios del viento fue el encargado de
llevarla a cabo ayudado por otros dioses. Los hombres fueron hechos de maíz
blanco y amarillo. Ixmucane, la Abuela diosa del maíz, hizo nueve bebidas con
maíz blanco y amarillo y se las dio a beber a los nuevos hombres para darles
fuerza.
El universo está formado por dos planos: en el
superior habitan los dioses, los ángeles, los apóstoles, y el Diablo y sus
ayudantes. En el plano de abajo moran unas personas muy pequeñas que tienen los
pies chuecos, los seres humanos antepasados de los tzotziles, y otros dioses
que son diferentes a los que viven arriba.
Fue Jesucristo quien puso en la Tierra, en el plano
bajo, a esas personas pequeñitas.
Pero como no estaban conformes los dioses el
Apóstol-Obispo fue nombrado para que le dijera a Riox que pusiera a los seres
pequeñitos y a los antepasados de los tzotziles en la parte de arriba.
Riox accedió cuando se dio cuenta que los
pequeñitos no veneraban ni rendían culto a los dioses, ya que el ser tan
chiquitos les impedía cargar imágenes en las procesiones, a más de que tenían
muy poco fe y respeto por los dioses, no sabían comer como es debido y carecían
de educación.
Ante estos hechos Riox accedió al cambio y mandó a
los seres pequeñitos al plano superior, con la condición de que debían venerar
y rendir culto a los dioses, de lo contrario regresarían al plano inferior.
Los antepasados de los tzotziles estaban contentos,
pues en la parte baja la vida era muy difícil, había mucha hambre, y cuando el
Sol pasaba el calor era terrible y se tenían que cubrir con lodo y esconderse
en las cuevas para no morir quemados.
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