La ciudad de Matamoros,
a la cual se la conoce como Heroica Matamoros, se encuentra
situada al noreste del estado norteño de Tamaulipas.
Su tradición oral es
muy rica, forma parte de ella una leyenda que se ha transmitido de boca en boca
desde hace muchos años. La leyenda refiere que ha mucho tiempo, en el centro de
la ciudad, vivía una pareja que llevaba poco tiempo de estar casada.
La mujer se llamaba
Lucrecia; era delgada, rubia, de ojos zarcos y de muy buen carácter. El marido,
Gustavo, era alto, apuesto y muy moreno, trabajaba como ingeniero.
Ambos gozaban de una
tranquila vida y estaban profundamente enamorados uno
del otro. Solamente les faltaba un hijito que viniera a alegrarles mucho más la
existencia.
Mientras llegaba el
retoño, vivían adorándose uno al otro.
Se querían tanto que
habían hecho un juramento.
Habían pactado que si
algunos de los dos fallecía, vendría a buscar al otro para seguir viviendo su
apasionado amor en el Más Allá.
Quiso la mala suerte que
el marido se fuera a la Revolución, y que en una de las batallas que se dieron
al norte
del país para derrotar
al gobierno de Porfirio Díaz, Gustavo cayese prisionero de las tropas federales
y fuese pasado por la armas.
La noche del día que
fusilaron a su marido, a Lucrecia se le apareció en la recámara que compartían.
Oyó que Gustavo le
decía que pasados tres meses volvería por ella, que estuviera preparada.
El
tiempo pasó, y justo a los tres meses de su aparición, los familiares de Lucrecia la encontraron muerta en
su cama.
Junto al cadáver de la
joven esposa, se encontraba una hoja de papel que decía: “¡Espérame en el
Cielo, corazón!”.
Todos reconocieron la
letra de Gustavo, y se dieron cuenta que había venido por su mujer, tal como lo
habían prometido, para nunca separarse y seguir amándose en la eternidad.
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