Un mito purépecha nos
cuenta que al principio de los tiempos no había nada, todo era oscuro, todo era
un gran círculo sin principio ni final.
De pronto, de ese fondo
oscuro surgió un rayo de luz que creció y creció hasta formar una gran bola de
fuego que rompió la oscuridad en infinidad de pedazos.
Del centro de la gran
bola de fuego salió el dios K’urhikaueri, o Curicaveri, gran señor del fuego,
el sol, dios de la guerra, benefactor de los humanos; y la diosa Kuerahuáperi:
principios creadores masculino y femenino.
Junto a ellos
apareció un soplo divino llamado Kuritacaheri.
Kuerehuáperi con el tiempo se volvió una hermosa muchacha y el
gran señor del fuego se enamoró de ella.
Para hacerle la corte,
le mandó rayos de luz que se le quedaron a la diosa en su frente, en su matriz
y en sus dos manos.
Entonces, la diosa se
convirtió en Nana Kuerajperi, la madre de la creación, que dio nacimiento, en
una tremenda tormenta, a todas las cosas: Tierra, montañas, árboles, ríos,
lagos…
Kuerahuáperi, Desatar en
el Vientre, La que Da la Vida y la Muerte, tuvo cuatro manifestaciones o hijas,
que son las cuatro nubes de las direcciones-colores, que pueden otorgar vida
con su lluvia o destrozar los sembrados con los aguaceros y las granizadas.
La más importante
manifestación de la diosa madre fue su hija Xaratanga, Luna Nueva, relacionada
con la fertilidad.
Ella es la renovación de
su madre, la luna menguante.
Sucedió que un día, la luz y la oscuridad chocaron, y del choque
se formaron cuatro rayos que se dirigieron hacia los cuatro puntos cardinales.
Entonces, el dios creador
tomó la lumbre y le dio la forma de una esfera luminosa para que iluminara al
mundo.
La llamó Tata Huriata,
Señor Sol. Poco después, K’urhikaueri decidió crear a Nana-Kutsi, Señora Luna,
para que le ayudara a alumbrar la parte de la tierra donde todavía había
oscuridad.
Así surgieron el día y
la noche, que alumbraban al mundo alternativamente, con más o menos intensidad.
Pero Tata-Huriata se enamoró perdidamente de Kutsi, y al unirse
en un abrazo fecundo, formaron el primer eclipse de que se tenga noticia.
De un segundo parto
nacieron las flores, los árboles, las plantas; es decir, la flora que se
encuentra en nuestro planeta.
Entonces, la diosa parió
por tercera vez y dio a luz a todos los animales que eran muy hermosos, pero
que carecían de raciocinio.
De un cuarto parto,
surgieron los hombres y las mujeres, quienes ya contaban con el raciocinio que
les permitía distinguir la maldad de la bondad; lo más importante ocurrió
cuando la diosa creadora les otorgó la palabra, uandakua; o lo que es lo mismo,
la posibilidad de comunicarse, entenderse, e intercambiar ideas, facultad
exclusiva de los seres humanos.
Así como la diosa
enviaba las lluvias y las semillas, también era capaz de provocar las sequías,
que causaban tremendas hambrunas.
Nana-Kutsi la que anunció
la llegada de hombres extranjeros a la Tierra, augurio que los otros dioses no
le creyeron…
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