En Cuajinicuilapa, La Perla
Negra de México como se le apoda, un poblado de Guerrero donde predominan los
descendientes de antiguos esclavos negros, vivía doña Caridad Betanzos, mujer
de piel oscura que se dedicaba a elaborar máscaras de diablo y figuras a base
de conchas de coco.
Su casa, su taller al mismo
tiempo, estaba construida con zacate y tenía techo redondo.
Era una mujer de cincuenta
años, fuerte, mal hablada, bebedora de ron y amiga de burlarse de sus
congéneres.
Un funesto día Caridad tuvo
un ataque cardíaco y murió. Pero como tenía una “sombra pesada” no descansó en
paz y su sombra, su esencia corporal, su espíritu que nunca fue “levantado”,
vagaba por la población asustando a las personas.
Un día, el aprendiz del
maestro carpintero don Francisco, un joven de quince años llamado Armando,
salía del taller de su patrón para dirigirse a su casa. Era tarde, casi las
doce de la noche, pero como urgía entregar un trabajo que le habían encargado a
don Francisco unos señores de Acapulco, se había quedado hasta tarde ayudando a
su maestro.
Caminaba muy quitado de la
pena cerca del cementerio para acortar el camino a su casa, cuando de pronto
escuchó una risa terrorífica y una palabras de ultratumba que le decían: -¡Hey,
muchacho, voltea! Era Caridad que quería capturar el alma de Armando.
En ese momento, el chico se
dio cuenta del error cometido, pues sabía que nunca se debe permanecer en los
lugares ligados a los muertos, pero estaba cansado y deseaba tenderse en su
catre pronto.
Ante las palabras
pronunciadas por la sombra de lo que fuera doña Caridad, Armando volteó a verla
completamente aterrado. Un horripilante esqueleto con la carne todavía pegada a
los huesos, el crespo pelo largo y la expresión amenazante se le acercaba
emitiendo unos sonidos de ultratumba que semejaban desgarradores sollozos.
Presa de pánico, Armando
emprendió la carrera, pero la sombra fue más rápida y agarrándole por la
espalda, le sacó su esencia corporal y se la introdujo entre los huesos.
El muchacho cayó muerto en
el acto, y la sombra de caridad se dirigió a una de las tumbas del panteón para
por fin descansar en paz.
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