Aconchi, palabra Ópata
que significa “en los paredones”, es una población que se encuentra en el
estado de Sonora, fundada por el portugués y jesuita Bartolomé Castaño.
Una leyenda de Aconchi
relata que en cierta ocasión llevaron al templo de San Pedro y San Pablo un Cristo
blanco, que originalmente estaba destinado al templo de la población de Arizpe,
pero como los hombres que lo llevaban se encontraban muy cansados, decidieron
hacer un alto en Aconchi, a fin de restaurar fuerzas.
Al día siguiente, cuando se disponían a partir para continuar su
camino hacia Arizpe, trataron de cargar al Cristo, pero no pudieron moverlo,
pues a cada intento vez pesaba más.
Cansados de intentarlo,
decidieron dejar al Cristo en la Iglesia de San Pedro y San Pablo donde la
habían guardado.
Pasó el tiempo, y llegó la época de la Guerra Cristera o de los
Cristeros (1926-1929), que enfrentó a algunos de los habitantes de México
contra las disposiciones gubernamentales que restringían la participación de la
Iglesia Católica en los bienes de la Nación, y en asuntos de carácter civil.
Varias veces los habitantes del pueblo mandaron traer un nuevo Cristo desde
España, de donde procedía el anterior, pero siempre se rompía en el traslado, y
nunca llegaba al pueblo.
Hasta que un día, como
por milagro, uno de los cristos pedidos llegó a buen puerto… pero no se trataba
de un Cristo Blanco, sino de un Cristo negro de Esquipulas.
Igual lo veneraron los fieles y lo colocaron en el altar mayor
de la iglesia, donde se le puede visitar actualmente.
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