Una leyenda de Colima nos cuenta que hace muchos años vivía un
matrimonio que no tenía hijos.
La esposa, de nombre María, era sumamente hermosa, y estaba por
completo dedicada a las labores del hogar.
Por su parte, el marido trabajaba realizando las faenas del
campo.
Cerca
de la casita en donde vivían se encontraba una hacienda grande y bien cuidada.
En cierta ocasión, los dueños de la hacienda organizaron un
baile y decidieron invitar a sus amigos y a los vecinos que habitaban
relativamente cerca de la haciendo.
Sin embargo, el esposo de María tomó la decisión de no acudir al
festejo, ya que consideraba que los dueños de la hacienda no eran sus amigos y
pertenecían a otra clase social.
Pero como el hombre era muy educado, pensó que sería correcto ir
a la hacienda para avisar a los dueños que no podrían ir y darles las gracias
por la invitación.
Salió
de su casa con el propósito de regresar inmediatamente que hubiese cumplido con
la tarea.
Dio un beso en la frente a su mujer, y echó a caminar por un
sendero. María se quedó en casa esperando el regreso de su amado. Pero el
tiempo pasó y el hombre no regresaba.
Ya hacía cinco horas que el marido había partido. La mujer
estaba muy preocupada y muy celosa, y se imaginaba lo peor. ¿Con qué mujer se
habría ido su hombre?
En su terrible desesperación, María invocó al Diablo para que le trajera
a su esposo a cambio de su alma.
El Diablo apareció de pronto, y muy contento, se llevó a la mujer
celosa. La mató y la metió en una fosa cerca de su casa.
Al poco rato el marido regresó y no encontró a María, la buscó y, ante
el fracaso de su búsqueda, decidió pedir la ayuda de los vecinos.
Uno de ellos descubrió la fosa donde el Diablo había enterrado a la
muchacha, la abrieron pero dentro no había nadie, pues el Diablo se había
llevado el cuerpo a una laguna cercana.
Nunca más la volvieron a ver. Pero la laguna recibió desde entonces el
nombre de Laguna de María, por instancia y órdenes subliminales del Chamuco.
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