El pueblo de Totolapan se encuentra situado en el norte del estado
de Morelos, se trata de un pueblo chiquito de tan solo nueve mil habitantes.
Su nombre significa “totol en el agua”. Su tradición oral es muy
variada, y a las leyendas le llaman “encantos”.
Una leyenda nos narra que en el siglo XVII, había en la iglesia
del pueblo un hermoso Cristo, al que todo el pueblo adoraba por milagroso.
En una ocasión el Cristo fue robado por los que habitaban en el
poblado de Iztapalapa, a fin de que detuviese una terrible epidemia de peste
bubónica que les aquejaba.
Pero
el Cristo no estaba conforme con el cambio, y cierto día apareció al lado de
él, en el altar donde fuera colocado, una carta que decía: -¡Por favor,
llévenme a Totolapan, a mi pueblo, pues yo no soy de acá! Así sucedió varias
veces, junto al lastimero Cristo aparecía la fatídica carta pidiendo que lo
llevasen a su pueblo de origen: Totolapan.
Después
de mucho pedir a los ladrones de Iztapalapa que devolviesen el Cristo,
decidieron llevarlo de vuelta a Totolapan.
En el viaje, emprendido por toda una procesión encabezada por el
Nazareno, los que lo llevaban cargando tenían muchísima sed, los peregrinos se
desmayaban de sed, y todos se encontraban desesperados porque no encontraban
agua y creían que morirían; entonces, el sacerdote que los iba guiando se hincó
para rezar y, en ese momento, escuchó la voz de la imagen de Cristo que
les decía: -¡Aproxímense, porque aquí hay agua!
En
una ocasión, un rico hacendado quiso desviar el agua para llevársela a su
hacienda y regar sus plantíos, pero el ojo de agua inmediatamente se secó, como
por arte de magia. Cristo no brindaba el agua para una sola persona, sino para
calmar la sed de quien la necesitara en el camino.
El
Cristo regresó a Totolapan, donde se encuentra hasta ahora, donde sigue
haciendo milagros a quien se lo solicita debidamente, y el ojo de agua ha
vuelto a tener agua para quien la necesita.
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