Según la
fuente que se consulte, el Santo Grial era el plato que Cristo utilizó durante la última cena o
el vaso con el que se recogió la sangre de su crucifixión. Depende qué
tradición, éste habría sido llevado a Inglaterra, junto con la lanza con la que
atravesaron el costado de Cristo, y dejada bajo la protección de un custodio
del Santo Grial, o Rey Pescador. La leyenda nos cuenta como al haber sido
herido el padre del rey Pescador rey Lisiado, la tierra se hizo baldía; pero
sólo podría curar y retornar la prosperidad si un caballero de corazón puro encontrase el
grial e hiciese las preguntas adecuadas. La búsqueda se convierte en la prueba
de pureza y valor de cada uno de los caballeros y se inicia cuando el Grial se aparece en una visión a
Arturo y sus caballeros.
Si bien se
trata de una leyenda cristiana, su origen se remonta a la mitología celta, en
la que son frecuentes las cornucopias y calderos incluyendo uno con poder de
resucitar y las búsquedas en las que el héroe ha de adentrarse en el otro mundo
para ganar un valioso premio.
Existen pues,
varias versiones de la leyenda, y todas coinciden en que Arturo nunca emprendió
tal busca y que solo un caballero, Sir Galahad, demuestra ser merecedor de encontrar
tal objeto precioso.
Esta palabra
proviene del occitano gradal, actualmente grazal.
Aparece por primera vez a fines de siglo XII, en el Percival de Chrétien de Troyes, y es un nombre
común. En la obra de Chrétien es un vaso; en la de los continuadores de
Chrétien, una escudilla o una copa; en la versión cisterciense, un cáliz; en la
de Wlfram von Eschen bach, una piedra, y en la versión galesa arcaica, una
cabeza que sostiene una cabeza cortada.
El objeto fue
ampliamente cristianizado, pero no hay duda sobre su origen celta. Como
arquetipos del mismo objeto podemos encontrar tanto en Irlanda como en el País
de Gale, calderos de resurrección, de abundancia y de inspiración, escudillas
inagotables, fuentes de salud.
En el
transcurso de los siglos, se han dado múltiples interpretaciones a este objeto
misterioso, al que se vincula con el evangelio de Nicodemo.
La versión
ortodoxa hace del mismo vaso de esmeralda en el que José de Arimatea habría
recogido la sangre de Jesucristo antes de que le dieran sepultura, pero las
corrientes cristianas marginales, le dieron muchas otras significaciones.
Desde la óptica
celta propiamente dicha, el Graal es un símbolo de poder y de totalidad
vinculado a las ideas de abundancia, conocimiento e inmortalidad. Y el ritual
que se describe a propósito del Graal responde a antiguas ceremonias de
entronización real, probablemente para destacar el concepto de una realeza
ideal y universal que encarna en la tierra el arquetipo de lo divino.
Por otra
parte, una de las formas que adopta esta palabra en los textos medievales es sangreal.
El vocablo es significativo por su ambigüedad. Según de qué modo se segmente la
palabra, puede verse en ella tanto "El santo graal", conforme
a la leyenda de José de Arimatea, como "Sangre real", indicativo
de un linaje regio o iniciático.
Todos los
textos relativos al Graal insisten en la importancia de un linaje predestinado
para la custodia del mismo, e incluso de un linaje al estilo celta, esto es matrilineal. Más que un objeto, el Graal sería el símbolo de la transmisión
de secretos iniciáticos de generación tras generación.
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