Heracles o HÉRCULES, es un
héroe de la mitología griega. Era considerado hijo de Zeus y Alcmena, una reina
mortal, hijo adoptivo de Anfitrión y bisnieto de Perseo por la línea materna. Recibió al nacer el nombre de
Alceo o Alcides, en honor a su abuelo Alceo; si bien esta misma palabra evoca
la idea de fortaleza. Fue en su edad adulta cuando recibió el nombre con que se
lo conoce, impuesto por Apolo, a través de la Pitia, para indicar su condición
de servidor de la diosa Hera. En Roma, así como en Europa Occidental, es más
conocido como Hércules y algunos emperadores romanos ―entre ellos Cómodo y
Maximiano― se identificaron con su figura. Las antiguas leyendas griegas
cuentan que en un principio, probablemente hace unos 15.000 millones de años,
fue el Caos. Con la explosión del átomo inicial Big-Bang se
formó el crisol que permitió la expansión de la materia, y que ésta, al
enfriarse, originó el Sistema Solar y las demás Galaxias. Mas, así como la
agrupación de estos componentes dio origen a los Planetas y a la Tierra,
escoltada por aquel entonces por varias Lunas, al igual que la mayoría de los
Planetas. En el pensamiento griego parece haber dos aspectos en la concepción
de Eros. En el primero es una deidad primordial que encarna no solo la fuerza
del amor erótico sino también el impulso creativo de la siempre floreciente
naturaleza, la Luz primigenia que
es responsable de la creación y el orden de todas las cosas en el cosmos. En la Teogonía de Hesíodo, el más famoso de los
mitos de creación griegos, Eros surgió tras el Caos primordial junto con Gea,
la Tierra, también representada como Gaia, diosa de la Tierra en la mitología
griega, así como el Tártaro, representando el Inframundo. De acuerdo con la
obra de Aristófanes “Las aves”, Eros brotó de un huevo puesto por la Noche,
quien lo había concebido con la Oscuridad. En los misterios eleusinos era
adorado como Protógono, el ‘primero en nacer’.
Hecha la luz, Gaia empieza a engendrar sola, y lo primero que engendra
es a Urano, personificación del cielo estrellado que cubre la Tierra como
elemento fecundante. A continuación crea las Montañas y seguidamente a Pontos,
el Mar en su personificación masculina. Fruto de la unión de Gaia con el fértil
Urano nacen seis Titanes y seis Titánidas, señores de los planetas,
personificaciones de los elementos primarios y fuerzas primigenias de la
naturaleza, que convulsionaban la corteza terrestre y causaban enormes
cataclismos, De ésta misma unión nacieron también los Hekatonquires gigantes de
100 manos y los Cíclopes de un solo ojo, maestros herreros y constructores. El
Titán Japeto en unión con la oceánida Climene engendró al gigantesco Atlas, que
gobernó un reino mayor que Asia y África juntas, con una costa muy escarpada y
abrupta que se llamaba Atlántida y que se hallaba más allá de las “Columnas de Hércules”. Según
Platón, en sus “Diálogos”, sus pobladores, los atlantes, alcanzaron gran cultura y
grado de civilización; canalizaron y cultivaron una gran llanura central,
levantando grandes monumentos megalíticos en diferentes lugares de la Tierra,
alrededor del Ecuador y siguiendo el paralelo 42, consiguiendo así equilibrar y
controlar las fuerzas de atracción entre las dos lunas existentes por aquel
entonces y la Tierra. Se sabe que existen líneas energéticas que recorren el
globo terráqueo. Dichas líneas invisibles ya eran conocidas desde la más remota
antigüedad y nuestros ancestros construían sus edificaciones en base a ellas.
No es por casualidad que la mayoría de los lugares más sagrados de la
humanidad, tales como monumentos megalíticos, pirámides, templos o
catedrales, están situados en zonas de fuerte actividad telúrica y alta
concentración energética. Una de esas líneas‘mágicas‘es el paralelo 42, que une a lo largo de todo el mundo
una serie de núcleos claves en la historia de las religiones. Esto lo afirma,
entre otros, el escritor e investigador, Juan García Atienza, quien en su ‘Guía de la España Mágica’ dice lo siguiente: «Es la línea sobre la que, en cierto modo, se
han creado los grandes movimientos religiosos de la Humanidad, desde el
cristianismo -Roma está sobre esa línea- hasta el taoísmo. Sobre el paralelo 42
se encuentran Armenia y el monte Ararat. Sobre la misma línea están los montes
Kuen Lun y el desierto del Gobi, los montes sagrados de la Hélade y la zona
donde los mongoles y los tibetanos sitúan el Agharta».
Se considera que los atlantes dominaron la fuerza de la gravedad; se
servían de grandes cristales para captar y transformar la energía cósmica y
consiguieron salir al espacio exterior en naves espaciales. También construían
hermosos palacios, puertos y templos. Según los egipcios, Poseidón era su dios,
y sus hijos Anteo y Gerión, gigantes que más tarde mataría Hércules,
gobernarían el occidente. Con el paso del tiempo esta raza de superhombres se
volvió codiciosa y cruel, hacían la guerra constantemente con los pueblos de
Egipto y Grecia. A consecuencia de estas guerras, se destruyeron varios de los
monumentos megalíticos, inutilizando los dispositivos de control de la
gravedad. El antiguo equilibrio conseguido fue roto y una de las dos lunas cayó
sobre la Tierra. A causa del gran cataclismo, la Atlántida quedó dividida en
varios trozos. El brutal golpe rompió la corteza terrestre, cambiando la
inclinación de su eje y la configuración del planeta. Gran cantidad de vapor de
agua se acumuló en la atmósfera, precipitándose en forma de lluvias
torrenciales, por lo que la mayor parte de la Tierra se inundó. Los atenienses
vencieron a los atlantes y destruyeron su poder. A continuación los dioses
enviaron un diluvio que en un día y una noche sumergió todo el resto de la Atlántida. Los que se salvaron, una vez que bajaron las
aguas, comenzaron civilizaciones nuevas y la humanidad tuvo que empezar desde
el principio, tratando de buscar el modo de ponerse en contacto entre ellos y
con su Casa Madre, al menos con los restos que quedaran en las zonas
montañosas no inundadas. Se encontraron restos de arcas en las montañas más
altas del mundo conocido; conservaron y guardaron los misterios de su
civilización, reconstruyeron las rutas marinas y terrestres, volvieron a
colocar menhires, fundaron ciudades, y legislaron. Eran seres especiales a los que
llamaban “Constructores”.
A Hércules, conocido
como “Leontóthymos”,
se le representaba cubierto con una piel de león entera, incluida la cabeza que
le servía de casco. En el Olimpo se le coloca al lado de Hebe, a la que Zeus y
Hera le dan por esposa, diosa de la. En la mitología griega, Hebe era la
personificación de la juventud, descrita como hija de Zeus y Hera. Según la
Ilíada, Hebe era la ayudante de los dioses: llenaba sus copas con néctar, ayuda
a Hera a enganchar los caballos a su carro y bañaba y vestía a su hermano Ares.
Según la Odisea, se casó con Heracles tras la apoteosis de éste, siendo
sustituida en sus labores por el joven príncipe troyano Ganimedes. Sin embargo,
tradiciones posteriores contaban que había sido madre con él de dos hijos,
Alexiares y Aniceto. Era una divinidad con el poder de rejuvenecer a los
ancianos, como hizo en una ocasión con Yolao por un día cuando éste iba a
luchar con Euristeo, o de envejecer a los niños, como hizo con los hijos de
Alcmeón, para que pudiesen vengar su muerte en manos de los hermanos de su
primera esposa: Arsíone. En el arte solía ser representada llevando un vestido
sin mangas. Fue adorada en Atenas, donde tenía un altar en el Cinosargo, cerca
del de Heracles. Con el nombre de Ganimeda (femenino de Ganimedes) fue también
adorada en una arboleda sagrada en Sición y Fliunte. Su equivalente en la
mitología romana era Juventas, siendo tradición que los muchachos le ofrecieran
una moneda cuando vestían por primera vez la toga de los adultos: la toga
viril. Juventas fue adorada desde época muy temprana, pues su capilla en el
Capitolio existía antes de que se construyese el templo de Júpiter. Otro templo
de Juventas, situado en el Circo Máximo, fue jurado por el cónsul Marco Livio
tras la derrota de Asdrúbal, en el 207 a. C., y consagrado 16 años después.
La “Eterna
Juventud” es un misterio
que Hércules persiguió durante toda su existencia. Y aunque sus primeras tareas
son realizadas cerca de su territorio original, esta búsqueda le lleva hasta
los confines del mundo conocido. Así, por el norte, llega hasta La
Hiperbórea, región gobernada por el dios solar Apolo, con quien se
enemista. Por el lejano oeste llega hasta Anthía, en busca del Jardín de las Hespérides. Luego desciende al reino
subterráneo de Hades, en busca del Can Cerbero. En el tiempo que duraron sus
trabajos, Hércules estuvo subordinado al rey Euristeo, al igual que su
bisabuelo Perseo, que mató a la Medusa, estuvo al servicio de Polidektes, rey de la isla de
Sérifos. En la mitología griega, Medusa ‘guardiana’
o ‘protectora’ era un monstruo atónico
femenino, que convertía en piedra a aquellos que la miraban fijamente a los
ojos. Fue decapitada por Perseo, quien después usó su cabeza como arma, hasta
que se la dio a la diosa Atenea para que la pusiera en su escudo, la égida.
Desde la antigüedad clásica, la imagen de la cabeza de Medusa aparece
representada en el artilugio que aleja el mal conocido como Gorgoneion. Las
tres hermanas gorgonas —Medusa, Esteno y Euríale— eran hijas de Forcis y Ceto,
o a veces de Tifón y Equidna, en ambos casos monstruos atónicos del mundo arcaico.
Esta genealogía la comparten sus otras hermanas, las Greas, como en el Prometeo
liberado de Esquilo, quien ubica ambas trinidades muy lejos, en la «espantosa llanura de Cistene»: “No lejos, las alígeras hermanas, con
serpientes por cabellos, las gorgonas, enemigas del hombre“.
Aunque los artistas griegos antiguos imaginaban a Medusa y sus hermanas como
seres nacidos con forma monstruosa, los escultores y pintores del siglo V
empezaron a imaginarla como hermosa a la par que terrorífica. En una oda
escrita en el 490 a. C. por Píndaro ya se habla de la «Medusa de bellas mejillas». En una versión posterior del mito,
narrada por el poeta romano Ovidio, Medusa era originalmente una hermosa
doncella y sacerdotisa del templo de Atenea. Pero cuando fue violada por el «Señor del Mar», Poseidón, en el mismo
templo, la enfurecida diosa transformó el hermoso cabello de la joven en
serpientes.
En la mayoría de las versiones de la historia, Medusa estaba
embarazada de Poseidón cuando fue decapitada por el héroe Perseo mientras
dormía. Perseo había sido enviado a buscar su cabeza por el rey Polidectes, de
Sérifos. Con la ayuda de Atenea y Hermes, que le dio las sandalias aladas, el
casco de invisibilidad de Hades, una espada y un escudo, el héroe fue a visitar
las Grayas para que le dijeran donde se encontraba la cueva de las gorgonas.
Finalmente Perseo cumplió su misión. El héroe mató a Medusa acercándose a ella
sin mirarla directamente sino observando el reflejo de la gorgona en el escudo
para evitar quedar petrificado. Su mano iba siendo guiada por Atenea y así
cortó su cabeza. Del cuello brotó su descendencia: el caballo alado Pegaso y el
gigante Crisaor. La escritora inglesa Jane Ellen Harrison argumenta que «su potencia sólo comienza cuando su cabeza
es cortada, y aquella potencia reside en la cabeza; es en una palabra una
máscara con un cuerpo más tarde añadido… la base del Gorgoneion es un objeto de
culto, una máscara ritual incomprendida». En la Odisea, Homero no menciona específicamente a la
gorgona Medusa: “el pálido
terror se apoderó de mí, temiendo que la ilustre Perséfone me enviase del Hades
la cabeza del horrendo monstruo grisáceo“. Según Ovidio, Perseo pasó por el noroeste de África junto
al Titán Atlas, que estaba allí sujetando el cielo, y lo transformó en piedra.
De forma parecida, se decía que los corales del Mar Rojo se habían formado de
la sangre de Medusa, que salpicó las algas cuando Perseo dejó la cabeza, que se
petrificaba, junto a la playa durante su breve estancia en Etiopía, donde salvó
y se casó con la hermosa princesa Andrómeda. Incluso se decía que las víboras
venenosas del Sáhara habían brotado de las gotas caídas de su sangre. Perseo
voló entonces a la isla de su madre, donde ésta estaba a punto de ser casada
por la fuerza con el rey. Gritó «Madre,
protege tus ojos», y
todos menos ella fueron convertidos en piedra a la vista de la cabeza de la
Medusa. Entonces le dio la cabeza a Atenea, quien la colocó en su escudo, la
égida. Según algunas fuentes, la diosa le dio la sangre mágica de Medusa al
médico Asclepio, pues la que manaba del lado izquierdo del cuello era un veneno
mortal, y la del lado derecho tenía el poder de resucitar a los muertos.
Aunque algunas referencias clásicas aluden a las tres gorgonas,
Harrison considera que la multiplicación de Medusa en un trío de hermanas era
un rasgo secundario del mito: “La
forma triple no es primitiva, sino simplemente un ejemplo de una tendencia
general… que hace de cada diosa una trinidad, lo que nos ha dado a las Horas,
las Cárites, las Erinias y una multitud de tríos más. Es inmediatamente obvio
que las gorgonas no eran realmente tres sino una más dos. Las dos hermanas
supervivientes son meros apéndices debidos a la costumbre: la auténtica gorgona
es Medusa”. Según cuenta Pausanias, el mito de Medusa es una
versión novelada de la historia de una reina quien, tras la muerte de su padre,
habría recogido ella misma el cetro, gobernando a sus súbditos cerca del lago
Tritonide, en Libia. Habría muerto de noche durante una campaña contra Perseo,
un príncipe del Peloponeso. Belerofonte, hijo del Rey Glauco de Corinto y de
Eurímede, aunque algunas tradiciones le hacen hijo de Poseidón y Eurínome,
estuvo subordinado al del rey licio Yóbates cuando destruyó a Quimera, hija de la
Equidna, montado sobre Pegaso. La Quimera, que significa
animal fabuloso, era un monstruo horrendo, hija de Tifón y de Equidna, que
vagaba por las regiones de Asia Menor aterrorizando a las poblaciones y engullendo
rebaños y animales. Fue madre, con Ortros, de la Esfinge y el León de Nemea.
Las descripciones varían desde las que decían que tenía el cuerpo de una cabra,
los cuartos traseros de una serpiente o un dragón y la cabeza de un león, hasta
las que afirmaban que tenía tres cabezas: una de león, otra de macho cabrío,
que le salía del lomo, y la última de dragón, que nacía en la cola. Todas las
descripciones coinciden sin embargo en que vomitaba fuego por una o más de sus
cabezas y por su trasero. Era sumamente rápida. Quimera fue derrotada
finalmente por Belerofonte con la ayuda de Pegaso, el caballo alado, a las
órdenes del rey Iobates de Licia. Hay varias descripciones de
su muerte: algunas dicen simplemente que Belerofonte la atravesó con su lanza,
mientras que otras sostienen que la mató cubriendo la punta de la lanza con
plomo que se fundió al ser expuesto a la ardiente respiración de Quimera.
No hay héroe o dios que esté sujeto a tantas tradiciones como
Hércules. Esta abundancia de leyendas evidencia que su persona acabó por ser el
resultado de la fusión de varias entidades que absorbieron las hazañas de
numerosos héroes locales. Los “Caminos
de Heracles”, los
“Viajes de Ulises”, o los “Periplos de Hannon” son
antecedentes de esos “caminos” que
los iniciados recorren en busca del Conocimiento. Fueron los años de la era del Cangrejo y de los Gemelos, años
de reconstrucción, de viajes y de búsqueda, hasta que ya bien entrada la Era de Tauro, el
hombre logró su asentamiento y la posesión de la tierra, organizándose bajo la
forma de clanes totémicos. Al mismo tiempo se esperaba la llegada de un nuevo
dios, un demiurgo que dominara la Tierra y el corazón de los hombres, un dios
que les diera esperanza y fortaleciera sus cimientos. Aunque se seguía adorando
al león, Leo, mediante la sucesión de las dinastías y las realezas, como
símbolo inequívoco del orden, la jerarquía y la sumisión, se dieron épocas
alternativas de olvido y resurgimiento. Encarnación por excelencia de la fuerza
física en una época en la que el vigor corporal era la cualidad más estimada y
notable del hombre, su genealogía preparaba ya al héroe para ser un gran
campeón. Su bisabuelo Perseo fue famoso por su arrojo y valor, pero sobre todo
por su potencia de brazos, demostrada al matar a la gorgona Medusa cortándole la cabeza de un solo tajo. Un hijo de
éste, Alceo, recibió este nombre que significa “poderoso”, a
causa de su fuerza muscular y uniéndose a Astidameia engendró a Amfitrión, el “infatigable”, que aunque no fue su padre, que lo fue Zeus, era marido de
Alcmena, la “fuerte”, hija a su vez de otro hijo de Perseo, Electrión,
el “brillante” o
“deslumbrante”, rey de Micenas, y ascendente principal del derecho del héroe a este trono.
La historia de Hércules es sumamente interesante y ha sido tratada por
muchos escritores. La discusión en cuanto a los detalles de su vida, y la
controversia en lo referente a la secuencia de los acontecimientos, no son
parte alguna de nuestro objetivo. Los diversos relatos difieren en detalle, de
acuerdo a la preferencia del historiador y pueden ser estudiados en las muchas
historias clásicas y diccionarios. Aquí sólo nos ocuparemos de los doce
famosos trabajos, y de ellos leemos: “Hércules, por la voluntad de Júpiter, estaba sujeto al poder de
Euristeo, y obligado a obedecerlo en toda exigencia. Él consultó el oráculo de
Apolo y se le dijo que debía estar subordinado por doce años a la voluntad de
Euristeo, de acuerdo con las órdenes de Júpiter y que, después que él hubiera
realizado los más célebres trabajos, debería ser llevado con los dioses“. Por lo tanto, se puso en camino y, como el discípulo bajo
la dirección de su alma, emprendió los doce trabajos, ejecutando cada uno de
ellos en uno de los signos del zodíaco. El, por lo tanto, representa a cada
discípulo que busca caminar por el Sendero y demostrar su control sobre las
fuerzas de su naturaleza, y asimismo representa el punto en el cual se
encuentra ahora la humanidad. Su nombre primitivo era Alcides, que fue cambiado
por Hércules después que hubo sufrido una extraña experiencia, y antes que
emprendiera sus trabajos. El nombre Hércules era originariamente Heracles, que
significa “la gloria de Hera“. Hera representa a Psique o el alma, por lo tanto, su
nombre sintetizaba su misión, que era manifestar en trabajo activo en el plano
físico la gloria y el poder de su innata divinidad. Una de las antiguas
escrituras de la India dice: “Dominando
las ataduras de la vida llega el esplendor“, y
este dominio de la forma aprisionadora fue la gloriosa consumación de todas las
empresas de Hércules. Se nos dice que tenía un padre divino y una madre
terrenal y así, como con todos los hijos de Dios, encontramos emergiendo la
misma simbología básica. Ellos simbolizan en su persona la esencial dualidad de
Dios en manifestación de vida en forma, de alma en cuerpo, y de espíritu en
materia. Esta dualidad es la gloria de la humanidad y también constituye el
problema que cada ser humano tiene que resolver. Padre‑Espíritu y Madre‑Materia
se juntan en el hombre, y el trabajo del discípulo es remover los lazos de la
madre y así responder al amor del Padre.
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