Cuando se analiza la
historia de la carrera lunar entre las dos superpotencias se suelen enumerar
una serie de razones más o menos convincentes para explicar por qué la Unión Soviética
fue incapaz de poner un hombre en la Luna. Sin embargo, rara vez se
menciona la que, a mi juicio, es la más importante. Hablamos, como no, del vil
metal. Y es que el dinero que invirtió la URSS en el programa de alunizaje
N1-L3 era calderilla al lado de lo que se gastaron los Estados Unidos en el
Apolo. Basta con echar un vistazo a la siguiente gráfica para entender por qué
un cosmonauta nunca puso el pie en la superficie lunar:
Impresionante,
¿No? 22000 millones de dólares de los Estados Unidos frente a 7400 millones de
la Unión Soviética. Obviamente, así no hay quien gane una carrera espacial.
Pero como suele ocurrir cuando se habla de presupuestos, conviene matizar y
precisar un par de cosas. Primero, comencemos por lo sencillo. El coste del programa
Apolo de la NASA es público y aparece en multitud de fuentes. El problema
consiste en ponerse de acuerdo en la fecha de referencia para evitar
desacuerdos con la inflación. En dólares de 1969, la factura del Apolo asciende
a 20-25 mil millones de dólares. He elegido 22000 millones como cifra de
compromiso, que viene a ser unos 130 mil millones en dólares de 2012.
Ahora viene el problema gordo:
calcular el presupuesto espacial soviético. Obviamente, el particular sistema
económico de la URSS impide una comparación directa con los presupuestos de
países capitalistas. Para complicar las cosas, los números que aparecían en el
papel rara vez eran los reales. Las oficinas de diseño estaban a cargo de los
medios de producción y no siempre los gastos reales se reflejaban en los
presupuestos, ni las facturas se pagaban en metálico. Pero eso no quiere decir
que no se pueda hacer un intento de comparación entre los dos presupuestos. La
referencia fundamental en este asunto es el Decreto Conjunto 655-268 del Partido
Comunista y del Consejo de Ministros de la URSS del 3 de agosto de 1964. Este
decreto fue sin duda el más importante en la historia del programa espacial
soviético y en él se dictaron las prioridades de la política espacial del país
durante la carrera lunar. El decreto supuso el nacimiento oficial del programa
lunar tripulado soviético -al menos, el comienzo de su financiación, que es lo
importante-, tres años más tarde que en los Estados Unidos.
En
virtud del decreto, Kruschov dio luz verde a la creación de dos programas lunares tripulados, el
programa LK-1 de la oficina OKB-52 de Vladímir Cheloméi y el N1-L3 de la OKB-1
del ingeniero jefe Serguéi Koroliov. El LK-1 debía llevar un cosmonauta
alrededor de la Luna, sin posarse en ella y se convertiría posteriormente en el
programa 7K-L1/Zond cuando Koroliov logró arrebatárselo a Cheloméi. Por contra,
el ambicioso N1-L3 era la auténtica respuesta soviética al Apolo. De acuerdo
con el Decreto 655-268, las autoridades esperaban gastar en el programa lunar
tripulado unos 1230 millones de rublos en el periodo 1965-1970. Esta cifra
incluía los programas tripulados LK-1, N1-L3, así como varias sondas no
tripuladas que debían allanar el camino a los primeros cosmonautas.
Este
presupuesto debía entregarse a las oficinas de diseño y demás implicados en el
esfuerzo espacial a través del Ministerio de Finanzas después de que las
Fuerzas de Misiles Estratégicos y la Comisión de Planificación Estatal -el
famoso Gosplan- se pusiesen de acuerdo en el presupuesto final. Ahora bien, ¿A
cuántos dólares equivalen 1230 millones de rublos de 1965? Difícil pregunta. La
tasa oficial de cambio de la época era 1:1, pero nadie hacía mucho caso a esta
equivalencia. Teniendo en cuenta la diferencia en el poder adquisitivo de ambas
monedas en sus respectivos países, tres dólares por rublo se suele considerar
una buena aproximación para comparar presupuestos entre las dos potencias
durante los años 60, dicho de otra forma, la industria soviética podía hacer
más cosas con un rublo que la norteamericana con un dólar. Visto así, el
presupuesto previsto del programa lunar tripulado soviético era de unos 3700
millones de dólares de 1966, una cifra que podemos redondear en 4000 millones.
Éstas
eran las previsiones, que, huelga decir, se quedaron cortas. Sabemos que el
programa N1-L3 recibió el 20% de todo el presupuesto espacial soviético
-civil y militar- en el periodo 1965-1970, así que su verdadero coste fue de
1580 millones de rublos, o sea, unos 4700 millones de dólares. Sin embargo, el
Programa N1-L3 continuó más allá de 1970 y recibió una ingente cantidad de
dinero antes de ser cancelado en 1974. En total, desde 1965 hasta el 1 de enero de
1973 la URSS se gastó en este proyecto unos 7200 millones de dólares,
que es la cifra que aparece en la gráfica del inicio.
Este
magro presupuesto, sumado a una respuesta tardía, condenaron al programa lunar
tripulado soviético. Por supuesto, las famosas peleas entre las oficinas de
diseño Cheloméi contra Koroliov contra Glushkó contra Yangel contra…, la
dispersión de proyectos y la falta de un liderazgo civil independiente que
dirigiese el programa lunar sólo sirvieron para que la URSS se quedase más
atrás con respecto a la NASA en la carrera por la Luna. Otra cuestión distinta
es si, partiendo de unas condiciones favorables, la Unión Soviética habría
podido poner un hombre en la Luna con este presupuesto. Personalmente creo que
sí, pero esa es una historia que merece ser analizada en otra ocasión.
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