lunes, 24 de marzo de 2014

LEYENDA DE LA PRINCESA DONAJÍ



Según la leyenda, Cosijoeza, señor de Zaachila, se unió a los mexicas después de combatirlos y tomó como esposa a una hija de Ahuítzol, rey de Tenochtitlán, llamada Coyolicatzin, Copo de Algodón, asegurando así la tranquilidad de su gobierno. De aquel matrimonio nació Cosijopí, Rayo Celeste y la encantadora princesa DONAJÍ, Alma Grande.
Cuando Cosijoeza se unió a los mexicas provocó el disgusto de los mixtecos, quienes dirigidos por Dzahuindanda, lo atacaron apoderándose de Monte Albán. DONAJÍ fue tomada como rehén y llevada a Monte Albán cautiva por los mixtecos. Dzahuindanda se enamoró de su hermosura, pero DONAJÍ amaba a su padre y a su pueblo, por el que deseaba sacrificarse, por lo que envió a una joven de su confianza a dar un mensaje a su padre donde le decía que podía recuperar Monte Albán, que lucharan por él, que Pitao, dios de toda la tierra, los apoyaría.
Entonces, los zapotecas se lanzaron a este objetivo avisándole a la princesa que iba a ser recuperada con la reconquista de la ciudad zapoteca. Sin embargo, al fragor de la batalla, viéndose diezmado, Dzahuindanda abandonó la fortaleza y se llevó a DONAJÍ.
Al amanecer del nuevo día, la heroica princesa fue juzgada con estas palabras:
“Tú eras la garantía de la paz y tu rey ha faltado a su palabra, ahora pagarás por la culpa de tu pueblo”.

La joven permaneció impasible, no pidió perdón a sus verdugos, no se humilló, no lloró…
A las orillas del río Atoyac, de un solo tajo, cortaron su cabeza y su tibia sangre enrojeció con líquidos claveles las ondas cristalinas.
Después de mucho tiempo, bajo el mullido césped, encontraron su tumba. Un bello lirio de morados pétalos erguíase majestuoso en las riberas del Atoyac, sereno y apacible.
DONAJÍ, heroica mártir, se había convertido en flor para fijar su recuerdo en la quietud perpetua de los siglos. “Alma grande”, la princesa de ojos tranquilos, es un símbolo patrio.
Inolvidable su recuerdo, su grandeza infinita, su heroísmo, una roca frente a la eternidad.
El lunes del cerro se anuncia desde muy temprano a través del clarín de las chirimías y teponaxtles, dando a conocer que el día esperado durante un año ha llegado, y la gente se dispone a realizar el paseo hacia el antiguo Monte Carmelo, ahora Cerro del Fortín, a fin de desayunar, comer, convivir con la familia y los amigos, o cortar azucenas como se acostumbraba antaño.



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