Esta
historia ocurrió en las Fuentes Brotantes de Tlalpan, en el siglo XVII, cuando
don Fernando Lorenzo de Guevara, acompañado de dos criados, fue de cacería e
hirió de muerte a un venado. El animal herido huyó para esconderse en la tupida
vegetación, y Fernando, por no perderle, lo siguió seguro de que en algún
momento la presa caería muerta.
En su persecución, el joven
llegó hasta un paraje en donde se encontraba un arroyuelo. Al ver sus criados
que el amo tenía la intención de saltarlo llenos de miedo le gritaban que no lo
hiciera, pues más adelante se encontraba una fuente embrujada. Pero Fernando no
les hizo caso y siguió su camino, hasta llegar a una hermosa cascada. En tal
momento el cazador escuchó que el agua cantaba una hermosa melodía y se
escuchaban extraños y hermosos cánticos, que le invitaban a seguir el curso del
arroyuelo que formaba la cascada.
Cayó
la noche y los criados no se atrevían a ir en busca de su amo. De repente le
vieron llegar con una expresión totalmente idiotizada. Prestos le condujeron
hasta su casona en el pueblo de Tlalpan. A partir de entonces, Fernando no
dormía, tenía fiebre y lanzaba risotadas y gritos estridentes. Un día decidió
volver a cazar. Cruzó de nuevo el arroyo y llegó hasta la fuente de agua clara
y pura. Se paró junto a la fuente y volvió a oír la bella melodía que salía de
las aguas y los bellos y enternecedores cánticos, y vio a la joven más hermosa
de toda Nueva España. Cuando el joven regresó a su casa estaba peor de
desmejorado. Intrigado el joven por lo que le sucedía, mandó llamar a unos de
los criados más viejos para que le explicase lo que pasaba en aquella fuente de
agua. Entonces el viejo inició su relato:
- “Hace ya mucho tiempo llegó a la Nueva España una joven de alcurnia llamada
Blanca de Gascón. Siempre llevaba un velo que le cubría la cara, pero como era
buena y caritativa todos consideraban que era muy bella. No faltaron galanes
que la pidieron en matrimonio, pero al acercarse a ella y verle la cara, todos
salían huyendo horrorizados de lo fea que era. Terriblemente dolida, la
muchacha recurrió a la magia negra para volverse bella: se ponía en el rostro
sangre de animales y le ofrecía niños al demonio. Entonces se volvía bella por
las noches y salía en busca de algún galán que la admirara. Cuando lo
encontraba, con su magia le transformaba la cara en la de cualquier animal. Un
día, la joven decidió huir para siempre y se suicidó en la fuente cantarina.”
Fernando no creyó en el
relato del viejo criado, y empecinado volvió a la fuente hechizada montado en
su caballo favorito. Llegó al arroyo y a la fuente brotante rebosante de amor
por la extraña joven del relato. Caminó sobre el agua y se encontró con Blanca.
Al verse, se abrazaron y se dieron un beso, y abrazados se fueron hundiendo en
las aguas de la fuente. Al momento de sumergirse, la bella Blanca empezó a
convertirse en un ser horripilante, más fea aún que cuando estaba con vida,
pues su faz aparecía putrefacta e hinchada. A Fernando no le importó y se
mantuvo abrazado a ese cuerpo carcomido.
Desde entonces la fuente
dejó de estar hechizada y ya nunca más se escucharon los cánticos ni apareció
la figura de Blanca de Gascón. Esta es la historia de la famosos Fuentes
Brotantes de Tlalpan.
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