miércoles, 26 de diciembre de 2018

DOÑA INÉS




Una leyenda de Campeche relata que en el año de 1709 vivía en la Villa de San Francisco don Jorge de Saldaña, un noble español que había llegado, desde hacía varios años a la Nueva España. Su casona estaba situada en la calle de Independencia –como se la denomina hoy en día-, justamente en el número trece. Don Jorge vivía acompañado de su hija Inés, una hermosa jovencita de grandes ojos y larga cabellera negra. La hija de don Jorge casi nunca salía a la calle, como no fuera todos los viernes cuando acudía al Santuario del Cristo de San Román a oír misa, o los domingos que iba a la Iglesia de Jesús con el mismo propósito. A tales menesteres acudía acompañada de su dueña, una anciana mujer que la había cuidado y consentido desde su infancia, pues doña Inés de Saldaña había perdido a su madre durante su nacimiento.
Como don Jorge sospechaba que su hija mantenía relaciones amorosas con un joven llamado Arturo de Sandoval, evitaba que la hija saliese a la calle e hiciese vida social. Arturo de Sandoval era hijo de un encomendero muy rico, o al menos tal afirmaba.
Un día las sospechas de don Jorge se vieron confirmadas y se enteró que doña Inés no solamente llevaba relaciones con Sandoval, sino que le recibía en sus habitaciones a altas horas de la noche. En una ocasión cuando el hijo del encomendero se encontraba subiendo por una escalera de cuerda para llegar al balcón de la recámara de su amada, don Jorge abrió sorpresivamente las puertas de la recámara y se introdujo con la espada desenvainada. Inmediatamente se dirigió hacia Arturo al tiempo que gritaba: -¡Infeliz gamberro! Voy a matarte como a un perro! Inés, espantada, trataba de detener al padre, y le decía: -¡Espera, padre, espera! ¡No mates a Arturo, pues me ha pedido que sea su esposa! ¡Tiene buenas intenciones, y ha venido a pedirme matrimonio!
Pero don Jorge estaba enfurecido y le contestó a su hija: -¡Jamás te dejaré casar con este bandido que incendió el pueblo de Lerma, que secuestró a don Fernando Meneses Bravo de Saravia, gobernador de la provincia, que es el azote del Golfo, y que en realidad es el sanguinario pirata llamado Barbillas! ¡Óyelo bien, jamás permitiré que te cases con este filibustero y deshonres el escudo de los Saldaña!
Al escuchar las palabras de su padre, doña Inés cayó desmayada. Mientras que Barbillas retaba verbalmente a don Jorge y lo incitaba a pelear espada en mano. Después de una encarnizada lucha, el cruel pirata mató al ofendido padre de una tremenda herida en la garganta. El grito que lanzó don Jorge al morir, hizo despertar a doña Inés, quien al verlo muerto le pidió perdón desde lo más profundo de su alma. Pero lo vivido por Inés había sido demasiado fuerte… momentos después la pobre joven se volvió completamente loca.
Barbillas al ver a su amada con la razón perdida, se secó dos lágrimas que corrían por sus mejillas, bajó por la escalerilla de cuerda, se embozó en su negra capa, y tomó rumbo hacia la playa de Guadalupe a buscar otras aventuras como si no hubiese pasado nada.
Don Jorge de Saldaña fue enterrado en el cementerio de la Iglesia de Jesús, y doña Inés conducida a un manicomio de la Ciudad de Mérida, donde encontró la muerte tres meses después sin haber podido salir de sus delirios de locura.


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