Al mencionar El Tajín, situado en las laderas norcentrales de
las tierras bajas de Veracruz, lo primero que nos viene a la mente es la
Pirámide de los Nichos más que la ciudad. El sitio llamó la atención de los
estudiosos; a finales del siglo XVIII se publicaron por primera vez imágenes de
la Pirámide de los Nichos, reconocida por sus bellas proporciones y finos
acabados. Durante el siglo xix, quienes visitaron el sitio quedaron tan
sorprendidos por la belleza del monumento que prestaron poca atención a los
numerosos montículos que lo rodeaban. También los antiguos habitantes del
lugar, sin duda, debieron haber mostrado reverencia por esta joya
arquitectónica, dándole un lugar preponderante y de ricos significados –pero
siempre dentro de un complejo de edificios, arte público y vida urbana que nosotros
apenas comenzamos a entender.
La más
importante adición al acervo arquitectónico de El Tajín se dio con el
descubrimiento de las canchas para el juego de pelota. La gran cantidad de
canchas (11 en el centro de la ciudad y seis más en áreas adyacentes) y su rica
decoración (numerosos tableros y otras esculturas) parece indicarnos que el
juego fue parte integral de la vida de la ciudad en su periodo de apogeo
(600-1000 d.C. aproximadamente). Los relieves de las canchas son tan detallados
y escasos que su programa iconográfico se ha utilizado desde hace más de medio
siglo para entender el juego de pelota y los rituales asociados a él en toda la
zona del Golfo y áreas cercanas. Resalta, sobre todo, la información que ha
logrado obtenerse de las representaciones de las canchas acerca de las
esculturas llamadas yugos, hachas y palmas –aún rodeadas de misterio y de una
deslumbrante belleza. Durante siglos, fueron utilizadas por las elites
gobernantes del sitio en un complejo sistema de rituales, como las canchas
mismas. Las esculturas dejaron de hacerse tras el colapso de El Tajín, después
del año 1000 d.C., cuando los juegos de pelota del sitio fueron abandonados.
Un visitante prehispánico, al acercarse a El Tajín en su época de
esplendor, habría contemplado una ciudad de entre 5 000 y 20 000 habitantes que
se extendía sobre más de 1 000 hectáreas. El centro urbano estaba conformado
por un conjunto monumental de pirámides, juegos de pelota y palacios que
ocuparon el 10 por ciento de su superficie. Fue en este centro donde se
llevaban a cabo los grandes rituales y demás acontecimientos colectivos, que
permitían a la comunidad congregarse y reconocerse a sí misma. Los espacios
creados en las canchas y sus alrededores y en las bases de las pirámides fueron
importantes lugares de convivencia del centro urbano y gran parte del arte
estuvo relacionado con los rituales llevados a cabo en dichos espacios. Más
adelante nos ocuparemos de algunos de esos espacios y de los rituales más
importantes. Las suaves colinas de esta región de Veracruz permitieron a los
urbanistas situar los edificios en distintos niveles, que oscilan entre los 140
y los 200 msnm. La división más importante del sitio es un enorme muro de
contención que separa la parte baja del sur de la más elevada, al norte. La
parte del sur estuvo abierta hacia la ciudad e incluye pirámides, juegos de
pelota y plazas: fue el centro ceremonial público; en cambio, la parte elevada
del norte, llamada Tajín Chico, fue de acceso más restringido y en ella
estuvieron los palacios y edificios administrativos.
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