Había
una vez una muchacha que vivía en San Blas, Nayarit. Tenía un novio llamado
Manuel que se dedicaba a la pesca. Los novios se iban a casar en cuatro días,
pero resultó que cuando el joven se encontraba pescando en alta mar, el huracán
Priscila atrapó a la embarcación y la destruyó matando a todos los pescadores.
Era el año de 1971.
Ante hecho tan funesto
Rebeca Méndez Jiménez quedó mal de la cabeza. A partir de ese momento, todas
las tardes se paseaba por el muelle de San Blas vestida con su traje de novia
esperando el regreso de su adorado Manuel, por lo que tomó el apodo de La Loca
del Muelle. Para mantenerse vendía muñecas que ella misma hacía vestidas con
blanco traje de novia, y golosinas. Y aunque estaba muy sola tenía hermanas que
vivían en Monterrey a las cuales solía visitar.
A
veces, los habitantes de San Blas le encargaban trabajos y le pagaban con
comida. Pero ella seguía asistiendo al muelle en espera de ver llegar a su
amado. Su vestido de novia se había deteriorado y su cabello se había vuelto
completamente blanco. Pero ella seguí confiada de que su Manuel regresaría, algún
día, para casarse con ella. Dormía donde podía.
Pasado cierto tiempo, se
hizo pareja de un comerciante ambulante de artesanía llamado Ladislao Cárdenas,
o Laos como le decían, mismo que cuido de la eterna enamorada y le dio el mote
de La Chica de Humo, debido a su canoso cabello.
Vivían en una casita de
madera y láminas de cartón que se encontraba cerca del muelle de San Blas. Laos
le dijo que se casaría con ella, por lo que Rebeca algunas veces se ponía su
traje de novia para acudir a la iglesia de San Blas Obispo Mártir, pero el
hombre nunca le cumplió a pesar de tener una hija de él.
Un día Ladislao murió
atropellado en Guadalajara y Rebeca volvió a quedarse sola.
En cierta ocasión Rebeca
fue a Puerto Vallarta para vender sus dulces y muñecas. Le llamó la atención a
un hombre quien se acercó a ella y entabló conversación. El hombre, que se
llamaba Fernando Olvera formaba parte del grupo musical Maná del cual era el
cantante. Al escuchar la trágica historia de Rebeca Fher, como era su nombre
artístico, escribió una canción que llamó En el muelle de San Blas, que fue todo un éxito en varios
países.
Un domingo 16 de septiembre
de 2012, Rebeca Méndez murió y su hija cumplió con su última voluntad: que sus
cenizas fuesen arrojadas al mar en el muelle de San Blas que tanto significado
tuvo para ella y donde por fin se reuniría con su amado Manuel.
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