En
la ciudad de Tenosique, en el estado de Tabasco, existió hace muchos años un
hombre de Belice que vivía en la Colonia de San Miguelito.
Este
señor que era brujo, medía un metro noventa de altura y era de raza negra.
Todas las mañanas acudía al café del mercado público que se encontraba ubicado
en el Centro de Tenosique y que hoy se conoce con el nombre de Benito Juárez.
Cuando
en el café veía a alguna persona le preguntaba: ¿Qué cosa le sucedió por la
noche que venía usted gritando como loco? Azorado y con miedo, el cuestionado
siempre la contestaba qué como lo sabía, y pasaba a relatar su infortunio
contestando que se le había aparecido un chivo negro horroroso.
Entonces,
el beliceño, riéndose a carcajada batiente, replicaba: -¡Eso les suele pasar a
los que andan caminando por la madrugada!
El Chivo Negro era nada
menos que este hombre alto y negro que era brujo y nahual, y cuando se
transformaba era un chivo enorme, sumamente peludo, con grandes ojos rojos muy
saltones que miraban con maldad.
A
partir de las doce de la noche se les aparecía a los viandantes, y los atacaba
embistiéndolos con rabia hasta matarlos a al menos asustarlos.
Estos
sucedía noche tras noche en la Colonia San Miguelito, a la cual se le conoció,
por muchos años, con el nombre de Colonia El Chivo Negro.
El
brujo-nahual también tenía la capacidad de convertirse en búho e iba por las
casas asustando a sus morados con sonidos extraños que salían de su pico.
Todos le temían, y en cuanto lo oían se ponían a rezar toda la noche,
pidiéndole a Dios no morir por haber oído su fúnebre canto
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