Ante ciertos
acontecimientos de la vida, inesperados quizás, cuando sentimos que algo dentro de nosotros se nos
desestabiliza, porque las cosas
toman un rumbo diferente al que queríamos tomar, lanzamos un grito desesperado al cielo, queriendo
encontrar respuesta a nuestro
clamor: ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Qué es lo que he hecho tan mal para que así me tengan que castigar?.
No le encontráramos sentido a lo
que somos y hacemos, y ni siquiera nuestro vivir entendemos,
vamos arrastrando cada paso que damos, y hasta de
nuestra
suerte nos lamentamos, por eso muchas veces cuando nos preguntan que cómo estamos, simplemente
respondemos: "Como Dios quiere,
sobreviviendo, ahí vamos"…
Si somos Padre o Madre de un niño especial; o si acaso poseemos alguna característica diferente o una enfermedad, si nos toca estar lejos de los que amamos, si sentimos que carecemos de lo que soñábamos tener, nos agobia la rutina, nos pesa la propia vida, vivimos cada día con lo que ha de venir, siendo como veleros sin rumbo, que se dejan llevar…
Si somos Padre o Madre de un niño especial; o si acaso poseemos alguna característica diferente o una enfermedad, si nos toca estar lejos de los que amamos, si sentimos que carecemos de lo que soñábamos tener, nos agobia la rutina, nos pesa la propia vida, vivimos cada día con lo que ha de venir, siendo como veleros sin rumbo, que se dejan llevar…
El preguntar
¿POR QUÉ? surge cuando buscamos una razón a lo que
sentimos
se nos ha impuesto y nos toca aceptar; queremos que se nos justifique aquello que asumimos simplemente
porque no lo podemos cambiar… el
PARA QUÉ, implica búsqueda de un sentido, querer
trascender
la situación, construir con ello un proyecto de vida, que nos ayude a ver todo desde otra visión y
poderlo transformar así en la más bella
misión.
Cuando no
sabemos para qué hemos nacido, todo se nos convierte en rutina, el trabajo es una obligación que toca
realizar, para poder subsistir…
aún el existir no inspira ninguna motivación y decimos que vivir es sinónimo de sufrir.
Sin amor,
nada de lo que hagamos tiene valor; de ahí esta frase que nos impulsa a sentirnos motivados por ese
sentimiento que a todo le pone otro
color: "No hagamos nada a la fuerza, hagamos todo con la fuerza del amor".
El hacer
solo por hacer, el hacer sin sentir, con lleva simplemente a cumplir o sobrevivir; esto se refleja en
las respuestas que damos a los
acontecimientos de la vida diaria, a los porqués o para qué que con frecuencia buscamos; de la manera
como lo afrontemos se convierte en
rutina o ideal, de nosotros depende transformarlo o
deformarlo.
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