Qué
difícil es para muchos reconocer y defender el valor que tienen como personas
que son… Muchas veces, el concepto o autovaloración que se tenga de sí mismo,
varía según el momento o la ocasión; aún hay casos en los que depende de la
opinión de otros y hasta de lo que se viva en cualquier relación.
Condicionamos la autoestima a apariencias y experiencias,
aún a las dependencias que se suelen tener con cosas o personas; porque hay
quienes ven quebrantado su valor, cuando sienten que han perdido lo que más han
querido; dependen tanto del otro, que llegan a suplicar otra oportunidad,
porque creen que sin eso que tanto aman, su vida no vale la pena y es mejor
morir o renunciar…
El valorarse sanamente a uno mismo, va unido a la
autoestima y al saberse Hijo de Dios, poseedor de un toque de su perfección; es
conservar un equilibrio emocional que ayude a asumir o enfrentar en paz,
cualquier momento por difícil que sea y no dejar que de ello dependa, el que
nos amemos o valoremos.
Yo valgo, tú vales, todos valemos; sin medida ni
condición, Dios al crearnos no dijo: este o aquel tiene más o menos valor; a
todos nos amó por igual, y por amor a todos, su vida entregó.
Una muestra del poco valor que se siente por sí mismo, es
el tener a veces la necesidad de mendigar amor; hay quienes se rebajan tanto,
pisotean su dignidad, cuando ven perdido a alguien y creen que sin el o ella la
vida no es igual; por ello ruegan, imploran otra oportunidad, se conforman con
cualquier cosa que esa persona les quiera dar.
Lo ideal es que nos amemos y valoremos unos a otros, sin
tener que hacer nada fantástico o especial para merecerlo, simplemente por el
valor que como hijos de Dios tenemos o por todo aquello que a su vida le
aportemos…
Yo valgo, tú vales, todos valemos; y es importante
reconocerlo, para seguir promoviendo la vida, la nuestra y la de los demás
seres del universo.
No permitas que tu autoestima dependa de las apariencias
y de la opinión de otros; mucho menos dejes que tu valor se mida, según como
sientas o creas que te valoran; el auto concepto que tengas de ti mismo, no
puede obedecer a los criterios o medidas de nada ni nadie, solo del inmenso
amor que Dios te ha querido regalar.
No dejes que te arrebaten las ganas de vivir, no dejes
escapar tus fuerzas y tu paz; lucha intensamente hasta lograr hacer todos tus
sueños realidad.
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