A
lo largo de México hay muchas historias sobre sitios que se vuelven mágicos a
la media noche. Pero ninguna se puede comparar con la que encierra el cerro de
Chilpancingo en Guerrero. Durante el día, parece un sitio común lleno de
árboles y algunas pequeñas casas que lo rodean. Pero al llegar la media noche
del 24 de junio, todo cambia, en especial para los turistas y la gente que va
de paso por ahí.
Ese día tan especial, el
pequeño cerro se abre por la mitad y en su interior se puede ver a un pueblo
colorido y atractivo. Las personas son amigables y están de fiesta toda la
noche. Hay puestos de comida, de fruta y hasta grupos musicales tocando para la
gente. Se trata de una fiesta muy bonita, en especial para los que van de paso
pues encuentran en ese lugar un sitio que les parece atractivo para pasar la
noche.
Los
que se paran en ese pueblo y deciden entrar a la fiesta son bien recibidos por
la gente. Las personas los llenan de comida, bebidas y no aceptan su dinero,
todo es gratis. Los juegos mecánicos de la feria también son tan reales que
hasta se puede subir a ellos sin pagar. Pero cuando a los visitantes les da
ganas de irse, los habitantes insisten en que deben quedarse más tiempo, hasta
el amanecer.
Los
que insisten en irse pueden ver que el rostro de esos misteriosos pobladores
cambia y se convierten en demonios con ojos negros y rojos. Los obligan a
quedarse y no los dejan salir de ahí nunca más. Mientras que los otros
visitantes que disfrutan de la fiesta, al amanecer descubren que todo lo que
comieron y bebieron se transforma en animales endemoniados. El cerro comienza a
cerrarse y quedan atrapados por la eternidad.
Se
dice que la próxima vez que el cerro se abre, las personas que quedaron
atrapadas tienen la misión de engañar a otros visitantes para encerrarlos en el
cerro y así poder quedarse con su alma.
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