José era un
hombre humilde que estaba desesperado por conseguir un poco de dinero para
comprar medicamento para su pequeño hijo que estaba enfermo. No tenía trabajo,
y los doctores le decían que su hijo podría morir pronto de no encontrar el
medicamento de inmediato.
Los
hombres en la cantina comenzaron a burlarse, pero a José no le quedó más
remedio que hacer caso a lo que le habían platicado. Así que salió a la loma en
busca del caballo negro que vivía salvajemente con la intención de domarlo. Lo
que no sabía era que se trataba de una gran mentira que habían inventado para
reírse de él.
José
subió a un árbol desde donde esperó al caballo para montarlo, justo cuando el
caballo se encontró debajo del árbol, se dejó caer sobre él rápidamente. Pero
tras el susto que tuvo el caballo relinchó y brincó tanto que la cabeza de José
quedó atorada en las ramas del árbol y su sangre empapó los ojos del animal. El
caballo corrió llevando encima el cuerpo del hombre y al no poder ver se
dirigió a una barranca.
El caballo
y el hombre fueron devorados por la tierra que comenzó a brotar ríos de sangre.
Ninguno de los hombres de la cantina supo más de José, hasta la mañana
siguiente cuando encontraron fuera de la cantina la marca de una herradura como
si hubiera sido quemada. Al caer la noche, todo el pueblo fue testigo de una
bola de fuego que se acercaba galopando desde la loma. Todos corrieron a
refugiarse a sus casas asustados de lo que veían.
Muchos
miraron por sus puertas y ventanas lo que parecía ser un jinete sin cabeza
sobre un caballo negro que exhalaba fuego. El jinete se dirigió a la cantina
que tenía la marca y salió con seis cabezas en sus manos. Eran las cabezas de
los bromistas que habían jugado con su desgracia y de quienes decidió vengarse.
Desde entonces, cualquier persona
que en vez de ayudar a una persona en desgracia se burla es castigada por el
Jinete sin Cabeza que se encarga de decapitarlos.
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