En Montemorelos, al igual que en otros
municipios de Nuevo León, cada vez que celebran la fiesta del pueblo también
hay bailes y eventos culturales. Juana Torres asistió a uno de esos bailes en
el rancho de Nogalitos acompañada de su hermano, era común que las jovencitas
asistieran acompañadas de sus hermanos para cuidarlas.
Juana
era muy coqueta y tenía muchos pretendientes que buscaban bailar con ella esa
noche. Entre ellos se encontraba uno de los peores enemigos de su hermano, pero
a ella no le importó y aceptó salir a bailar con él. Por este motivo, los
hermanos discutieron durante varios minutos hasta que decidieron irse para su
casa. Juana se adelantó y caminó sola un largo tramo.
Cuando
pasó cerca del panteón sintió que alguien venía detrás de ella, pensó que era
su hermano que estaba jugándole una broma, pero al voltear no vio a nadie. Con
un poco de miedo, la joven aceleró sus pasos pero ahora escuchó el sonido de
unas herraduras pegar en el piso. Entonces Juana se dio la vuelta y vio un
enorme toro negro correr enfurecido tras ella, el animal sacaba humo por la
nariz y tenía los ojos negros.
La
joven corrió con todas sus fuerzas, tropezó varias veces porque tenía unas
zapatillas de tacón puestas, así que se detuvo un momento para sacárselas
rápido. Durante un buen rato no volteó hasta que se alejó por completo del panteón
y el toro ya no la perseguía. Llegó muy agitada y asustada a su casa pero sus
padres la regañaron porque no había llegado con su hermano. Ella les contó lo
sucedido con el toro y sus padres le dijeron que en ese panteón hay un toro que
se encarga de asustar a todos los que están fuera más allá de la media noche.
Todos
dicen que ese toro aún se sigue apareciendo afuera del panteón del rancho de
Nogalitos. Corretea a todos los que caminan por las noches solos, muchos
aseguran que el enorme toro es el diablo que busca alcanzar y matar a todos los
que están fuera de su casa durante la madrugada.
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