En muchas familias mexicanas se tiene
la costumbre de que la hija menor siempre debe permanecer al lado de sus padres
para cuidarlos durante la vejez. Está también era la tradición de la familia de
Mariana, una mujer de edad madura que vivía en la calle del panteón en la
ciudad de Saltillo, Coahuila.
Ella
se hacía cargo de su madre de 90 años de edad, por este motivo decidió que
nunca se casaría y tampoco tendría hijos. Durante el día, la mujer se quedaba
encerrada en casa atendiendo a su madre, pero al caer la noche su vida y hasta
sus ropas eran diferentes. Parecía que se transformaba en una mujer distinta o
por lo menos eso decían las personas que la veían pasar.
Cada
noche salía de su casa con vestido de gala, arreglada y usando unos tacones
altos. Las personas escuchaban el fuerte ruido de sus tacones cuando bajaba por
la calle que daba hasta donde se encontraban los establos. En esa zona había
pequeñas casas de adobe ubicadas atrás del Ateneo Fuente donde vivían muchos
hombres solteros.
Mariana
caminaba hasta ahí para ver a un hombre con el que tenía un romance en secreto.
Pero era muy criticada por sus vecinos quienes decían que era una mala hija al
abandonar a su madre cada noche para salir con su amado. Las habladurías
llegaron hasta su madre quien comenzó a enfermar de tristeza rápidamente.
Una
noche, Mariana se encaminó con sus tacones hacía la casa de su enamorado, paso
varias horas con él y volvió a su casa. Cuando llegó, fue a ver a su madre para
darle las buenas noches pero por desgracia, la mujer ya había muerto. La gente
comenzó a culpar a Mariana de haber dejado morir a su madre sin la ayuda de un
sacerdote y en soledad.
Después
de esto, Mariana entró en una profunda depresión y nunca volvió a ver a su
amado. Quedó dentro de su casa y murió en total soledad sin que otra persona la
ayudara. La misma noche de su muerte se pudo ver su silueta salir hacia la casa
de su amado sonando sus tacones por toda la calle.
Cuentan
la gente que aun en estos días, a altas horas de la noche se escuchan unos
tacones caminar e incluso si se asoman se puede ver su silueta vagando por las
calles, desapareciendo de forma inesperada.
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