El
zopilote, como se le conoce actualmente ―o ch'oom, en maya,
no siempre fue negro y feo. En el tiempo en que los mayas estaban en su
esplendor, su plumaje era verde. Tenía un aspecto tan alegre, que recordaba el
tono fresco de las grandes hojas de plátano y en la cabeza lucía un haz de
plumas irisadas.
De
alas vigorosas, vuela tan alto que se ve diminuto y hasta parece que se esfuma.
Dominando
el aire se mantiene en las alturas sin mover las alas, o parecer ir de lado,
usando un ala como timón.
Traza
parábolas y elipses en el cielo y al divisar su alimento, da vueltas cada vez
más cercanas hasta descender.
A
causa de su tamaño come bastante, casi puede decirse que es insaciable, pero no
es egoísta y le gusta compartir.
Los dioses lo castigaron
por comer lo que no le correspondía.
Sucedió que el halach-uinic
de Uxmal preparó un gran festejo para Zamná y las deidades que gobiernan los
vientos del oriente, que ayudan a mantener la tierra dispuesta a dar sus
exquisitos frutos para los hombres y los animales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario