Catemaco es
una de las poblaciones más enigmáticas de México. Según la tradición, en sus
alrededores habitan, importantes grupos de brujos y hechiceros quienes,
repartidos entre la espesa vegetación que identifica a esta zona de la región,
han hecho suyos secretos milenarios de sus ancestros.
Hoy realizan todo tipo de trabajos místico-adivinatorios:
desde una simple limpia hasta la invocación de entes y espíritus, pasando por
la cura o el remedio para todo mal utilizando hierbas, granos o semillas, así
como cualquier otro elemento otorgado por la madre tierra.
El primer viernes de marzo, Catemaco, es sede de una
emotiva fiesta donde los hechiceros, adivinos y curanderos son los principales
protagonistas.
Al caer la noche del jueves, apenas arrancada la
madrugada del viernes, empieza la misa
negra. No se trata propiamente de una misa oscura como las
relacionadas con los cultos al diablo, aunque se rumora que algunos brujos
negros sí las hacen para renovar su pacto con éste.
Los brujos blancos, por su parte, las llaman así porque
son ritos de purificación “para retirar lo negro que han retenido de sus
clientes y para hacer limpias más efectivas”. Se realiza en un lugar secreto
para evitar la reunión de los curiosos, y se pide un pago a la entrada.
Entonces comienza el evento.
Hábitat de oscuros magos, curanderos y
adivinos. En Catemaco,
viven entre la espesa vegetación que distingue al sur de Veracruz y a orillas
de una hermosa laguna. ¿Serías capaz de entrar?
Catemaco es una de las poblaciones
más enigmáticas de México. Según la tradición, en sus alrededores habitan,
importantes grupos de brujos y hechiceros quienes,
repartidos entre la espesa vegetación que identifica a esta zona de la región,
han hecho suyos secretos milenarios de sus ancestros.
Hoy realizan todo tipo de trabajos
místico-adivinatorios: desde una simple limpia hasta la invocación de entes y
espíritus, pasando por la cura o el remedio para todo mal utilizando hierbas,
granos o semillas, así como cualquier otro elemento otorgado por la madre
tierra.
El primer viernes de marzo, Catemaco, es sede de una emotiva
fiesta donde los hechiceros, adivinos y curanderos son los principales
protagonistas.
Al caer la noche del jueves, apenas arrancada la
madrugada del viernes, empieza la misa
negra. No se trata propiamente de una misa oscura como las
relacionadas con los cultos al diablo, aunque se rumora que algunos brujos
negros sí las hacen para renovar su pacto con éste.
Los brujos blancos, por su parte, las llaman así
porque son ritos de purificación “para retirar lo negro que han retenido de sus
clientes y para hacer limpias más efectivas”. Se realiza en un lugar secreto
para evitar la reunión de los curiosos, y se pide un pago a la entrada.
Entonces comienza el evento.
“Los asistentes en busca de una limpia pasan de uno
en uno, se sientan en una silla en el centro de la estrella de David trazada en
el suelo y el brujo pide que extiendan sus manos a los lados. Así comienza su
trabajo.
El brujo dice una oración invocando al Señor del Encanto y a los puntos
energéticos de la zona, como el cerro del Mono Blanco, la Sierra de Santa
Martha y la Laguna Encantada.
Les da una “rameada” a los
pacientes con hierbas de albahaca, ruda o romero, y luego toma un agua
espiritual, bebe un poco y lo saca soplando enfrente de la persona, para
después rociarlo con unas pociones mágicas. Durante el ritual pide por la buena
fortuna del purificado, por su trabajo, por el amor y todo lo que alguien puede
desear para su bienestar”.
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