Se
cuenta que en la ciudad de Morelia, en la calzada de San Diego, existe una casa
donde llegó a vivir Don Juan Núñez de Castro con su esposa Doña Margarita
Estrada y su única hija, Leonor, pero sólo de Don Juan, pues Margarita era su
segunda esposa. Mujer que constantemente humillaba a Leonor, quien tenía una
belleza inigualable.
Un
día, a Morelia, entonces Valladolid, llegó un noble de la corte del Virrey,
quien en un paseo conoció a Leonor y se enamoró, pidiéndole permiso para
cortejarla. Ella aceptó y se vieron en una ventanilla del sótano de la casa,
donde Leonor dormía porque su madrastra no quería que mostrara su belleza en
ningún lugar.
Así pasaron los días de romance, hasta que Doña Margarita los encontró y cerró toda ventana, dejándolos sin comunicación.
Así pasaron los días de romance, hasta que Doña Margarita los encontró y cerró toda ventana, dejándolos sin comunicación.
Pero
él no sabía qué había pasado porque tuvo que salir corriendo a asuntos del
reino. Nadie sabía que Leonor estaba prisionera. Los días pasaron y ella seguía
encerrada.
Buscando
comida para mantenerse para su amado, sacaba una mano por la ventanilla para
implorar limosna.
La
gente ya rumoraba de la mano que salía por la reja, pero Doña Margarita se
había encargado de disipar los rumores.
El
enamorado, después de un largo viaje, regresó buscando a Leonor. Cuando llegó a
su casa, se encontró con el padre, quien la mandó a buscar. Fue allí cuando la
encontraron muerta.
Su
gran amor, le dio sepultura vestida de novia y tanto Doña Margarita, como su
padre y los criados, fueron enviados a prisión.
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