San
Juan de Ulúa, el ocaso de una historia, la antigua penitenciaría, la prisión
temida de varios ilustres como Fray Servando Teresa de Mier, Benito Juárez y
“Chucho El Roto”. Para algunos es uno de los lugares más temidos, para otros un
lugar histórico cuyos muros gritan a oídos sordos los sucesos que ahí
acontecieron.
San
Juan de Ulúa Veracruz, madre de historia y madre de dolor; ahí se encuentra la
fortaleza comúnmente llamada San Juan de Ulúa en honor al capitán Juan de
Grijalva y sin duda alguna, una de las principales atracciones del Puerto de
Veracruz.
El
Ulúa viene por una antigua leyenda que dice que cuando llegaron los españoles
vieron a dos jóvenes sacrificados y preguntaron a un indígena qué les había
sucedido. Éste les contestó que los de Culúa (los habitantes del lugar) los
habían sacrificado, pasando así a la posteridad.
Su
construcción en un islote comenzó en 1535 bajo la tutela de Antonio de Mendoza
y tardó alrededor de 172 años para su finalización como fortaleza. Para ello
fue necesaria la creación de una argamasa hecha con concha de ostión, huevos de
tortuga, arena y agua de mar, para levantar muros resistentes contra los
fortísimos nortes frecuentes en el lugar. Rápidamente se convirtió en el punto
de entrada y salida al puerto, y baluarte del mismo.
Lo
más representativo del fuerte era el “Muro de las Argollas”, en el que había
alrededor de 35 argollas para atracar barcos, y el cual servía como protección
para las embarcaciones de los vientos que azotaban el puerto, de este modo se
evitaba que los barcos se estrellaran durante el mal tiempo. El Fuerte de San
Juan de Ulúa también fue utilizado como bodegas de almacenamiento en las que se
guardaban metales preciosos que a su vez eran enviados a España.
Éstas
se dividían por arcos de diferentes estilos arquitectónicos, desde los de medio
punto, hasta los elípticos abovedados, dando realce a la estructura.
En
1601 se construyó la casa del Gobernador o del Castellano, donde vivía el
administrador del fuerte, el cual se encargaba de la protección de las riquezas
que ahí se encontraban bajo su custodia y que tenían como destino final España.
Más tarde llegó a ser incluso casa residencial de Benito Juárez, Porfirio Díaz
y Venustiano Carranza, quien escribió la Constitución de 1917 en sus gélidos
muros.
Finalmente,
el fuerte fue utilizado como prisión. Con torturas y abusos los prisioneros
terminaban sus vidas de forma maltrecha e ignominiosa. En ocasiones subía la
marea metiéndose al fuerte ocasionando inundaciones y los prisioneros tenían
que permanecer pegados a la pared. El agua llegaba incluso a formar
estalactitas y los muros se llenaban de salitre, dando un aspecto tenebroso y
frío.
La
fortaleza fue nombrada “Cuatro Veces Heroica” por haber defendido la soberanía
nacional en cuatro ocasiones: en 1825, la rendición de las últimas tropas
españolas; 1838, en el ataque de las tropas francesas durante la Guerra de los
Pasteles; en 1847, en el ataque de las tropas norteamericanas durante la Guerra
de Intervención, y finalmente en 1914, en la defensa contra el desembarco de
las tropas estadounidenses.
Si
visitas el Puerto de Veracruz no dejes de conocer esta joya histórica y sé
testigo de los eventos que en ella acontecieron. Encontrarás en sus muros de
estalactitas y salitre, el pasado de una historia siempre viviente a pesar de
su ocaso.
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