jueves, 12 de marzo de 2015

EL ARMADILLO



Un día un hermoso Armadillo acudió a ver a Tamaychi a su casa.

Muy acongojado le contó que ya no aguantaba a los hombres y a los animales que constantemente lo perseguían para comérselo, y que le costaba mucho trabajo defenderse de tales ataques porque sus patas eran muy cortas y no podía correr velozmente.

Tampoco tenía alas para volar ni cuernos para atacar ni veneno para matar a sus verdugos; y que además carecía de la suficiente inteligencia para planear su defensiva.

Por todas estas razones, le rogaba al dios Tamaychi le proporcionara los medios para defenderse.

Compadecido, el geniecillo le contestó al Armadillo:

-“¡Tienes toda la razón, te encuentras muy indefenso ante los ataques de los hombres y los animales, por eso, desde ahora, te doto de un grueso y fuerte caparazón que pueda defenderte de la crueldad de los otros!”-

Desde entonces, el Armadillo cuenta con un fuerte y bello caparazón.


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