Los
indios mixes tienen la creencia de que las personas son poseedoras de dos
almas: Una de ellas es el alma mortal; la otra, nunca muere, ya que es
inmortal.
A esta
alma se la nombra tso’ok, o sea, tona o tonalli.
La tona
entra en el hombre cuando hay coincidencia entre su nacimiento y el de algún
animal. De tal manera que el hombre y el animal quedan para siempre unidos
indisolublemente, y sus destinos serán similares.
La tona
de cada persona la averigua el adivino-curandero, quien es el encargado de consultar
el calendario ritual y tiene la habilidad de leer las cenizas, pues los
curanderos poseen una tona fuerte y buena, a diferencia de las tonas
fuertes-malas que tienen los brujos.
Los
demás seres humanos se caracterizan por presentar tonas débiles-buenas o
débiles-malas, según sea su comportamiento.
Los
brujos-nahuales, los curanderos tradicionales, tienen la capacidad de
transformarse en elementos de la naturaleza y en animales; a más de que pueden
causar las enfermedades y toda serie de males.
Ellos
pueden hacer que las personas pierdan el alma o introducir objetos de todo tipo
en ellas.
Cuando
los brujos-nahuales han hecho daño, los curanderos pueden curar a los
lastimados por medio del pulso, que les permite dar un diagnóstico acerca del
tipo de daño que ha sufrido; o bien, ingieren hongos alucinógenos o semillas de
la virgen para aumentar sus capacidades terapéuticas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario