En
el Barrio de Xonaca de la ciudad de Puebla está ubicada la famosa Fuente de los
Muñecos, cuyo nombre se debe a una trágica historia que ha dado pie a una
leyenda.
La
fuente se sitúa exactamente entre las calles 22 Oriente y 18 Norte de la
ciudad.
En
la fuente hay dos personajes, una niña que lleva un vestido muy bonito amarillo
y un niño con impecable overol que sostiene en una mano un paraguas abierto.
Cuenta la leyenda que cerca
de la fuente, había una finca propiedad del gobernador de Puebla Maximino Ávila
Camacho, hermano del presidente de México Manuel. En la propiedad de dicho
gobernador trabajaba un hombre padre de dos niños pequeños.
La
niña contaba con seis años y el niño con siete. El padre quería mucho a sus
vástagos, y éstos eran muy felices y se pasaban el tiempo jugando, cantando y
riéndose a más no poder.
Por supuesto que los niños
acudían a la escuela regularmente, y muy arregladitos, pues su madre ponía
especial esmero en que fuesen muy limpios y con bonitos trajes; se veían tan
bien que los llamaban los muñecos
Un cierto
día en que estaba lloviendo muy fuerte, los pequeños se encaminaron hacia su
escuela. El niño había tomado un paraguas para cubrirse del chubasco y, sobre
todo, para evitar que su hermana se mojase, pues la quería mucho y siempre
trataba de protegerla.
El tiempo
pasó y los niños nunca regresaron de la escuela. Vecinos, autoridades y los
padres los buscaron por todos lados sin ningún éxito, nadie los había visto ni
sabía su paradero.
El padre
de los dos niños y su madre estaban muertos de la aflicción y locos de
angustia. Después de días y semanas de una búsqueda infructuosa, todas las
personas estaban convencidas de que los infantes se habían caído y ahogado en
un pozo de agua que se encontraba en los terrenos de la finca y que tenía que
pasar para acudir a su escuela.
El
gobernador Maximino Ávila Camacho había hecho todo lo posible para que los
niños fuesen encontrados, y se sentía muy afectado por la desaparición de los
hermanos que conocía desde pequeños y eran hijos de uno de sus trabajadores. Este
sentimiento de compasión le llevó ordenar que en el pozo de agua se construyera
una fuente con las esculturas de los dos niños extraviados.
Y así se
hizo, los hermanitos aparecían en la fuente caminando juntos y amparándose de
la lluvia con el paraguas que el niño había tomado de su casa. La fuente estaba
ornamentada con azulejos de talavera y era muy bonita. Desgraciadamente, hoy en
día se encuentra muy deteriorada.
La
leyenda nos dice que desde el día en que fue terminada la Fuente de los
Muñecos, por las noches los pequeños dejan sus pedestales y se van a jugar a
las calles aledañas en donde se pueden escuchar sus cantos y sus risas de niños
felices.
Poco
antes de que vaya a salir el sol, los niños regresan a sus lugares en la fuente
con las rodillas raspadas y los trajecitos rotos de tanto jugar. Este hecho se
repite cada noche.
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