De las
situaciones o momentos con los que más lucha el ser humanos es con "el qué dirán". Vivimos en
un mundo de apariencias en el cual, la
humanidad se queda acomodada tan solo en lo que intenta mostrar o a simple vista se ve; evitando
cualquier esfuerzo que la lleve a ir
más allá, disminuyendo su capacidad de asombro cada día más; por ello el verse bien y sentirse
aprobado por los demás, se convierte en
la mayor preocupación; y así poder encajar en los
patrones
sociales impuestos o asumir una moda cada vez más exigente que no a todos acomoda, obligando a
experimentar angustia, y ansiedad.
Ante todo
esto y para satisfacer cada necesidad creada por la
apariencia
y la superficialidad, se ofrecen toda clase de
procedimientos
que seduciendo la baja autoestima de mujeres y
hombres,
logran convertirse en un sueño y hasta en el ideal que motiva o presiona a invertir aún desde lo que
no se tiene o con mucho
esfuerzo se consigue, con tal de responder a las exigencias de una sociedad que cada día se siente más vacía
e inconforme con lo que es,
tiene y hace, y a la vez quienes la conforman no se conocen ni se valoran a sí mismos, solo esperan
reunir los requisitos para sentirse
dentro del círculo y ser aceptados, aunque todo sea mentira y vanidad.
Con ello, la
depresión y el inconformismo abundan no solo en la
niñez
y juventud, sino también en adultos; y así la perfección de Dios en su creación, es puesta en tela de
juicio, y se señala lo diferente o
especial, se discrimina a quienes la elite considera no merecen pertenecer al grupo de privilegiados
porque no cumplen las condiciones
impuestas ya sea de raza, credo, apariencia o color; y se intenta repartir el mundo de acuerdo a una
escala de valores inventada
por el mismo hombre, en la cual solo unos pocos son los que pretenden disfrutar de lo mejor, mientras
a muchos se les despoja
hasta de lo que no tienen y se ignoran como si no hicieran parte digna de la creación, así, el matar
empieza por venganza, resentimiento
y termina siendo un deporte o diversión.
Es común ver por todos lados los rostros maquillados, con máscaras que intentan mostrar la cara que quieren ver los demás; y aún viviendo bajo un mismo techo familiares o amigos, mueren sin haberse conocido, o sin saber porque o para que han nacido, ya que se gastaron su tiempo en el mundo queriendo agradar y responder a las exigencias de la sociedad. Así la escala de valores se deforma, y como todo es apariencias y el qué dirán, la humanidad se queda viendo lo superficial, se vuelve egoísta y egocéntrica, e intenta acallar conciencias diciendo la mano izquierda a la mano derecha las obras que ha de realizar, dando quizás de lo que le sobra, pero a la vez haciendo alarde de eso poco que da.
Lo más triste es que perdemos la capacidad de asombro, nos negamos la oportunidad de disfrutar de todo lo bello que Dios a diario nos da, dejamos pasar de largo a muchas personas que poseen enormes valores y riquezas interiores; convertimos en desechables a sentimientos tan profundos y verdaderos como son el amor y la amistad, en la cual solo hay que ser quien se es y amar tan intensamente que podamos ser capaces de dar la vida como el Amigazo la supo dar.
Todo ello se resume en una verdad muy olvidada que el zorro al principito le quiso enseñar: "Solo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos".
Es común ver por todos lados los rostros maquillados, con máscaras que intentan mostrar la cara que quieren ver los demás; y aún viviendo bajo un mismo techo familiares o amigos, mueren sin haberse conocido, o sin saber porque o para que han nacido, ya que se gastaron su tiempo en el mundo queriendo agradar y responder a las exigencias de la sociedad. Así la escala de valores se deforma, y como todo es apariencias y el qué dirán, la humanidad se queda viendo lo superficial, se vuelve egoísta y egocéntrica, e intenta acallar conciencias diciendo la mano izquierda a la mano derecha las obras que ha de realizar, dando quizás de lo que le sobra, pero a la vez haciendo alarde de eso poco que da.
Lo más triste es que perdemos la capacidad de asombro, nos negamos la oportunidad de disfrutar de todo lo bello que Dios a diario nos da, dejamos pasar de largo a muchas personas que poseen enormes valores y riquezas interiores; convertimos en desechables a sentimientos tan profundos y verdaderos como son el amor y la amistad, en la cual solo hay que ser quien se es y amar tan intensamente que podamos ser capaces de dar la vida como el Amigazo la supo dar.
Todo ello se resume en una verdad muy olvidada que el zorro al principito le quiso enseñar: "Solo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos".
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