María de Angulo era una mujer española muy rica que vivía en la
Real Capitanía de Guatemala al lado de su hijo. El niño tenía una rara
enfermedad que le impedía mover las piernas, María lo llevó en busca de los
mejores doctores, pero nadie pudo encontrar la cura. Alguien le dijo que debía
viajar a Chiapas para encontrar a un curandero muy poderoso que podría
ayudarla.
La mujer y su hijo viajaron desde Guatemala hasta Chiapas en busca
de algún remedio para el chico. El curandero que los atendió le dio unas hierbas
poderosas al niño y le ordenó bañarse en las aguas de Cumbujujú. Esto debía
repetirlo por varios días con ayuda de su madre. Un día el chico comenzó a
mover poco a poco sus piernas lo que emocionó por completo a su madre.
Ella estaba muy agradecida con el curandero y su gente, así que
organizó una gran celebración por las calles del pueblo. Tomó una carreta, la llenó
de despensas y comida. Salió por las calles con su servidumbre que eran hombres
de origen africado conocidos como “abrecampos” y de “chuntás” mujeres que
limpiaban su casa. En aquel tiempo los habitantes del pueblo vivían en extrema
pobreza, así que agradecieron la ayuda de María.
Después de esto, las personas quisieron hacer sentir cómodo al
chico y para entretenerlo se disfrazaron de españoles. Tenían máscaras con
barba, ojos azules y una montera de ixtle que simulaba el cabello rubio de los
españoles. El grupo de personas se juntaba “para el chico” y hacían danzas con
zapateados divertidos que lo divertían.
En la actualidad, Los Parachicos aún siguen bailando en forma de
agradecimiento a esta mujer española que los ayudo en tiempos de hambre y pobreza.
Cada año hacen una danza conmemorativa sobre lo acontecido y buscan hacer reír
a las personas durante la festividad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario