A todos los seres humanos, Dios nos ha bendecido,
y esta vez no hablo de
cosas, sino de personas que pone en el camino. La rutina de cada día, nos hace
acostumbrarnos a ellas; tenerlas ahí, ignorarlas muchas veces, porque estamos
totalmente seguros que las
merecemos y son nuestras.
Ya
ni nos asombra lo que hacen por nosotros, lo creemos parte del diario vivir y
quizás sentimos que eso que nos dan, es casi una obligación y tiene que ser así. No creemos
necesario ningún detalle de parte nuestra, ni una muestra de cariño, se
supone que ellos saben lo que sentimos, siempre ha sido así, nunca lo han pedido.
En
muchos casos, vamos buscando por otros lados el amor y la amistad, sin
darnos cuenta que al alcance de nuestra mano están. Nos sentimos vacíos cuando no somos
correspondidos por aquellos corazones lejanos que queremos conquistar, e
ignoramos por completo esos que
tenemos cerca y que son capaces de entregar su vida y hasta más.
Puede
suceder que están ahí en silencio y no los distinguimos, nos están entregando
lo mejor, ríen si reímos, sufren si sufrimos; pero estamos tan distraídos, que no lo
percibimos ¡Qué
triste es tener en las manos un tesoro y no descubrirlo! Mucho más triste
es, quejarnos, sentirnos desafortunados, cuando realmente somos privilegiados por aquello
tan valioso que tenemos y que
somos tan ciegos y superficiales que no lo vemos.
Pero
nada es para siempre, todo es pasajero, viene sin avisarnos, y cuando menos lo
esperamos siguen su destino, se fueron… Puede llegar el día, en que al abrir los ojos, sintamos
un enorme vacío, y es ahí cuando nos daremos cuenta de ese ser tan
maravilloso que hemos perdido.
Extrañaremos
esas muestras de cariño a las que nos habíamos acostumbrado; más aún esos detalles que a
veces nos ahogaban, fastidiaban
y hasta rechazábamos. Habrá
momentos de mucha soledad en que ya no tendremos su refugio, apoyo
incondicional y su amistad… nos hará falta el abrazo, la palabra, la
presencia, pero será muy tarde, porque ya no estarán y el tiempo no
puede volver atrás.
A
esas personas que son una bendición, podremos llamarlas: padres, hermanos, amigos,
amores o tal vez ángeles que no todo el mundo tiene, unos pocos son los honrados; lo
triste es que la mayoría no sabe apreciarlo, se pasan la vida quejándose de la
soledad, y pierden
el amor y la amistad, sin saber que en sus manos estaban y no los supieron disfrutar; otros solo se dan cuenta muy tarde, cuando
ya no están y se lamentan de no haberlo sabido valorar. Así es la vida, nadie
sabe lo que tiene hasta que lo ha perdido, y otros lo pierden sin saber que lo tuvieron, por
ser tan superficiales y andar distraídos.
¿Y
tú, estás a tiempo o es demasiado tarde?
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