A Dios lo que es de Dios y a cada cosa lo suyo… porque no
podemos ir por el mundo moviéndonos al compás que nos toquen los demás ni ser
como veleros sin rumbo, queriendo siempre y cómodamente justificar nuestro
omitir y/o actuar, fingiendo demencia y amnesia o expresando así no más: las
cosas pasan o dejan de pasar porque así lo dispuso Dios, es su voluntad. De
fondo, sabemos muy bien que El no bajará para decir eso es falso o es la
verdad, y ante aquello que muchas veces no tiene otra explicación racional, a
Dios lo culpamos de todo lo que el hombre y la mujer dejan de hacer bien o
hacen mal.
Y la justicia se quebranta, se deteriora el concepto de
fidelidad, la moral se ve deformada, ya nadie cree en el amor y en la amistad;
las cosas del mundo nos arrastran, ya hoy en día todo es normal; pesan más
muchos intereses que nos hagan quedar siempre bien ante los demás, se vive solo
de apariencias y para pasarla bien por encima de los demás, se fabrican a
diario corazas y las máscaras se roban toda identidad…
Con el ojo por ojo y diente por diente, ya está más que tuerta
la humanidad; solo ven por un solo ojo y ese solo divisa lo que por fuera se ha
de mostrar; pesa más la ley del tener que la del entregar, nos conformamos
simplemente haciendo bien lo que nos toca hacer y luego se cobra lo que se da
de más; nos justificamos diciendo que hoy en día nadie valora los esfuerzos que
se hacen que siempre hay una cuota extra que cobrar.
Y con el tiempo, y en el camino, se van quedando atrás y en el
olvido, los valores sembrados, los momentos vividos, las amistades cultivadas,
todo aquello que hacía parte de los principios; porque muchos por quedar bien,
se vuelven débiles de espíritu, ganan un puesto y poder, a costa de complacer e
inclinarse más por un partido o equipo.
De que nos sirve ganar el mundo entero, si se pierde el amor
primero, de nada vale llegar o tener, si una verdadera amistad no poseemos, si
nuestra familia no es lo primordial y los que nos aman de verdad los hemos
dejado atrás; sabemos muy bien que aquellos que nos rodean por interés, están
mientras les demos de comer, el día que nos bajemos de la silla o de ella nos
caigamos, no habrá nadie para ayudarnos a levantar ni reparar aquello que se ha
quebrantado…
A Dios lo que es de Dios y a cada cosa lo suyo, no
justifiquemos aquello que no hicimos bien o que dejamos de realizar, porque nos
distrajimos con el mundo, nos dejamos llevar por otras cosas, desviamos el
rumbo, no nos resignemos a entibiar con aquello que nos dibujan tan bien que
parece ser lo ideal, siempre hay que pensar muy bien antes de omitir o actuar,
si aquello que hacemos o dejamos de hacer causa alguna herida o evita un bien
realizar, no solo se peca actuando mal, sino también dejando de hacer algún
bien que podíamos haber podido efectuar, porque está bajo nuestra potestad y
capacidad; también por haber sido creados para amar, si somos hijos de Dios y
poseemos el toque de su divinidad, debemos permitir que premie El sobre nuestra
propia humanidad, es más valioso reconocer que caímos y fallamos, que nos
quebrantamos y nos olvidamos; y no justificarnos y expresar que simplemente
hicimos lo que podíamos y debíamos hacer, que el tiempo y las circunstancias no
dan para más; para quien está con Dios es fácil entender, que con la fuerza del
amor y de la fe, se pueden mover montañas, caminar sobre el agua y todo lo que
queramos se alcanza a realizar…
A Dios lo que es de Dios y a cada cosa lo suyo… lo ideal es
vernos en el espejo y a nuestro alrededor, no le echemos a otros la
responsabilidad que se nos confía de actuar y transformar, de aprender
realmente a amar y no permitir que nada nos justifique, ni nos logre desviar,
de Aquel que es el CAMINO, la VIDA Y la VERDAD…
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