En el Cerro
del Toloche, por el lado de Santiago Miltepec, existe una cueva a la que llaman
Cueva del Toloche y hace como cien años tenía una abertura como de un metro de
altura y para adentro era una especie de subterráneo. Para entrar se tenían que
llevar velas. A muchos pastorcitos les gustaba entrar porque decían que
"alguien" los llamaba y cuando entraban sólo caminaban como veinte
metros porque decían que para adentro estaba muy oscuro.
Se cuenta
que hubo un zapatero que haciendo una apuesta con sus amigos, les dijo que como
él era el más valiente, iba a entrar. Les preguntó que qué querían que les
trajera de seña y ellos le dijeron que una naranja.
Al día
siguiente se reunieron todos para acompañar al que iba a entrar a la cueva. Se
cuenta que el zapatero entró a las siete de la mañana, saliendo a las ocho de
la noche con la naranja que había prometido llevarles.
Sus amigos
le preguntaron que qué cosas había visto y él les contestó que al entrar lo
recibieron dos catrines preguntándole qué quería; ofreciéndole dinero, lo que
él quisiera pero que para que se lo dieran tenía que dejar su firma escrita con
sangre de la vena de su mano izquierda.
El contestó
que no iba por dinero, que iba solo por una naranja que les había prometido a
sus amigos y ellos contestaron que para que se la pudiera llevar, tenía que
hacer lo que ellos le ordenaran.
Lo primero
que tuvo que hacer fue sentarse en una silla que era de víbora. Los catrines le
dijeron: "Ya sabes que si al sentarte no te muerde la víbora, puedes
llevarte la naranja y podrás salir, y si no; ya no sales".
El zapatero
se paraba y se sentaba a fin de evitar que lo mordiera la víbora. Viendo los
catrines que la víbora no podía morderle, le dijeron que ya se levantara. El
hombre se levantó sudando por el esfuerzo que había hecho para librarse de las
mordeduras. Después le dijeron: -"Ahora te toca sentarse en una acémila y
tienes que correr a la orilla de una laguna que tiene un chaflán alrededor.
El
zapatero, contó a sus amigos; que se enredó la crin en una mano y con la otra
le pegaba a la acémila en la cabeza, para que no lo aventara al agua. Viéndolo
ya cansado, los catrines .se compadecieron de él y le dijeron que ya se bajara.
Habiendo vencido estas pruebas, los catrines lo llevaron a
ver montones de dinero, árboles frutales de todas las especies. El cuenta que
vio un paraíso. Le decían: -"Llévate
lo que quieras pero tienes que dejar tu firma con sangre de la vena de tu brazo
izquierdo". El zapatero les volvió a repetir que no quería dinero, que la
apuesta que él había hecho era de una naranja. Entonces ya le permitieron
cortar la naranja que él quería. Cuando ya la tenía en la mano el zapatero les
dijo con palabras groseras:
-"Conforme
me fueron a encontrar, váyanme a dejar". El hombre sintió que lo tomaban
de los dos brazos y lo llevaban volando. De repente se vio fuera de la cueva.
Salió espantado y vio que sus amigos estaban esperándolo fuera de la cueva.
Llevaba la naranja en la mano como prueba de que había ganado la apuesta,
Cuentan que
después de algún tiempo el zapatero desapareció.
El
mencionado cerro lleva ese nombre porque cuentan que había dinero. Creyendo los
vecinos del pueblo que era obra del demonio, acordaron reunirse con el objeto
de ir a ver a los padres misioneros para que conjuraran la entrada.
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