Taxco,
o Taxco de Alarcón como se llama oficialmente, es una ciudad que se encuentra
situada en la parte norte del estado de Guerrero. Su nombre significa Lugar del
Juego de Pelota. De este Pueblo Mágico procede la leyenda que ahora nos ocupa.
En Taxco vivía, hace ya
muchísimos años, una familia muy importante y muy rica que habitaba una gran
casona cercana a la iglesia. La familia era muy creyente, conservadora y muy
orgullosa de sus tradiciones. Esta altiva familia consideraba que el pueblo no
se encontrara a la altura de su alcurnia, pero vivían ahí porque el padre era
propietario de una fecunda mina de plata.
En cierta ocasión, se
presentó en la casona una hermosísima mulata con la esperanza de obtener
trabajo como sirvienta. La chica tenía la piel color cacao, los ojos como
felino, una bella nariz y el cabello rizado y tan negro como la obsidiana. La
chica, llamada Felisa, no tenía ningún familiar que se ocupase de ella, por lo
cual buscaba trabajo desesperadamente.
Felisa
fue aceptada en la casa por su aspecto limpio y porque tenían necesidad de una
sirvienta, pues una de ellas se había casado recientemente.
La mulata llevaba a cabo
sus labores de manera alegre, siempre sonriendo y cantando. En una ocasión en
que se encontraba limpiando la jaula de los canarios y conversando con ellos,
la vio el hijo del rico minero, Álvaro, y quedó absolutamente prendado de ella.
Lo mismo sucedió con Felisa, quien al ver al galán se enamoró. Al poco tiempo
se hicieron novios y decidieron contraer matrimonio.
Aun cuando la joven sabía
que los padres de su enamorado nunca permitirían que se casasen, accedió a que
hablara con ellos. Al conocer los propósitos matrimoniales del muchacho nada
menos que con una pobre y humilde mulata de lo peor, los padres se enfurecieron
y se opusieron a tan absurdo matrimonio.
Pero Álvaro estaba resuelto
a casarse con Felisa, sin importarle la oposición de sus progenitores y acudió
a la iglesia a hablar con el cura para que los casase en una ceremonia secreta.
Sin embargo, ese mismo día, la hermana mayor de Álvaro golpeó brutalmente a la
sirvienta y la sacó de la casona a patadas. La pobre Felisa se dirigió hacia
las montañas y al ver el gran río que corría por una de ellas y donde se
formaba una poza, sin pensarlo dos veces se arrojó en ella para suicidarse,
pues sabía que el amor que se tenían nunca llegaría a realizarse ante los ojos
de Dios.
Esa noche, cuando Álvaro se
metió en su cama y se durmió sin haber visto a su amada, tuvo un extraño sueño
en donde aparecía Felisa que lo llamaba desde la poza. Al despertase, el chico,
se levantó de la cama y como un zombi se dirigió a la poza desde donde su
querida Felisa lo llamaba. Y efectivamente ahí se encontraba la mulata quien
recibió a su amor con los brazos abiertos. Entonces, la pareja se echó a la
poza fatal. Por fin podrían estar juntos para la eternidad.
Desde entonces, en las
noches de luna llena se pueden ver dos siluetas que caminan por la orilla de la
poza tomadas de la mano y felices por siempre jamás.
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