Una niña estaba alegre
porque el día de su cumpleaños había llegado y cientos de regalos le habían
entregado por dicha razón.
Su abuela le dio el más
bello de todos, era una muñeca de porcelana que tenía una hermosa mirada y un
lindo vestido de época.
Durante los siguientes
días, la nena jugó con su muñeca con mucha emoción, pero durante las noches se
moría de miedo en su presencia y esto hacia que no pueda dormir.
Un día, luego de tener muchos problemas para conciliar el sueño,
la niña encerró en el armario a la muñeca para que pase allí las noches, pero
todavía no se sentía tranquila.
Llegó el momento de tener una fiesta de pijamas y la presencia
de la muñeca de porcelana estaba todo el tiempo en la mente de la niña como si
la estuviera viendo desde aquel armario, por eso le pidió que la tire o la
regale, pero la saque de la casa.
El día siguiente la madre sacó la muñeca y la tiró a la basura, fueron
buenos tiempos donde la tranquilidad volvió, pero a las semanas apareció
sentada la muñeca en uno de los bancos que se encontraban en el patio trasero y
esto ya no tenía ninguna explicación lógica, llevó con sus padres a la muñeca y
le contó lo sucedido, entonces ellos se encargaron de cortarla en muchos
pedazos, tirarla fuera de la casa, echarles agua bendita y luego quemarlos para
que no quede nada.
Nunca más se supo de la muñeca o de la entidad que la poseía.
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