En
el Municipio de San Blas, en el estado de Nayarit existe una zona sagrada para
los huicholes llamada Tatéi Haramara situada hacia el oeste. En este bello
lugar habita una diosa que lleva el mismo nombre y es la madre del mar. Dice el
pueblo wixárika que el mar dio vida a todo lo existente en este mundo. De ahí
salieron los seres humanos cuando el mundo era oscuro, y solamente la Luna y
las estrellas lo iluminaban, y cuando los dioses formaron a los jicareros para
que buscaran el Cerro del Amanecer, Wirikuta, el lugar donde debía salir el
Nuestro Padre el Sol, Tayau, cuyo sitio sagrado se encuentra en el este. Los
colores simbólicos de este sitio son el azul y el morado.
Dentro del mar habita
Waxiewe (Blanco Vapor), la roca blanca, primera cosa sólida que existió y que
tiene la forma de la diosa Tatéi Haramara, hay también una piedra más pequeña
que se conoce con el nombre de Cuca Wima. Cuando la diosa choca con la roca se
transforma en vapor y se producen nubes que darán lugar a la lluvia. El símbolo
tanto de la lluvia como de las nubes es la serpiente alada o el camino que
toman Nuestras Madres de la Lluvia, las Tateteima, para llegar a los lugares
sagrados de la cosmografía huichola. Cada una de las diosas de la lluvia ocupa
un punto cardinal: al sur se encuentra Tatéi Niaariwame, en el norte está Tatéi
Yrameka (Nuestra Madre del Retoño), la lluvia del este la produce Tatéi
Kiewimuka (Nuestra Madre del Venado). El oeste vive Tatéi Matinieri, y en el
centro la lluvia se debe a la venerada Tatéi Aitzarika.
Si no fuera
por Tatéi Haramara que da lugar a las nubes y la lluvia, el mundo no existiría.
Por ser tan buena a la diosa se le visita en peregrinaciones que los huicholes
organizan hacia el lugar sagrado, con el fin de agradecerle la fertilidad y de
tomar tierra de la orilla que permita fertilizar sus campos serranos. centro
la lluvia se debe a la venerada Tatéi Aitzarika.
Si no fuera por Tatéi
Haramara que da lugar a las nubes y la lluvia, el mundo no existiría. Por ser
tan buena a la diosa se le visita en peregrinaciones que los huicholes
organizan hacia el lugar sagrado, con el fin de agradecerle la fertilidad y de
tomar tierra de la orilla que permita fertilizar sus campos serranos.
Tatéi Haramara, el mencionado lugar sagrado, según algunos etnólogos, es el
sitio donde moran los muertos, y se denomina Narahama, a donde van las almas de
los muertos, después de haber estado cinco días en los lugares que conocieron
en vida. A este monolito se llevan las ofrendas sagradas que son lanzadas al
mar. Dichas ofrendas consisten en el tzicuri (Ojo de dios) elaborado con una
cruz de carrizo y estambre alrededor de ella, que simboliza la tierra primaria;
se agregan jícaras votivas y flechas, o peticiones pintadas en papel, algunas
veces tales peticiones se elaboran en tablas de madera con dibujos de estambre.
Asimismo, las ofrendas llevan galletas, monedas, velas y chocolate.
Este cerro, isla o monolito
situado en el mar y que como queda dicho simboliza a Muestra Madre el Mar, es
ella misma que nos permite ver su cabeza y su mano, la izquierda; su pelo lo
forma el cielo que lleva como adorno a los pájaros y a las nubes; su vestimenta
la forma el mar Pacífico, cuyo encaje le corresponde a la espuma que se forma
al chocar contra la isleta, y que le permite recoger las ofrendas que le brindan
sus adoradores.
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