Antonio el
GAUCHO RIVERO nació en Concepción del Uruguay, el 27 de noviembre de 1808, murió en Vuelta de Obligado, el 20 de noviembre de1845 fue un peón de campo argentino que lideró un alzamiento en
las islas Malvinas en 1833.
Alrededor de 1827 acompañó a la
expedición de Luis Vernet a las Malvinas, con el objetivo de
ejercer allí el oficio de peón para la empresa del mismo Vernet. Contaba
entonces alrededor de 20 años de edad. El 3 de enero de 1833 el Reino Unido
ocupó por la fuerza las islas con la corbeta HMS Clío.
Su capitán John Onslow,
dejó como administrador del archipiélago al colono irlandés William Dickson, quien además era el
encargado de izar y arriar el pabellón
británico cada vez que
pasara un barco y todos los días domingos.
Con la autorización británica y desde Buenos Aires,
Vernet prosiguió con su empresa privada en la colonia de Puerto Luis,
controlándola a través de sus encargados.
El descontento cundía entre los
gauchos empleados de Vernet, pues el capataz, el francés Jean Simon ―o Juan Simón―, apoyado por
el ex mayordomo de Vernet, el británico Mathew Brisbane, con la excusa de la
ocupación británica, intentaba extenderles las ya pesadas tareas campestres,
entre otros excesos de autoridad. Sumado a eso, se les abonaba no con dinero,
sino con vales firmados por el propio ex gobernador,
los cuales no eran aceptados por Dickson, el administrador de las islas que a
la vez también era el responsable de los almacenes. Además, les prohibían
alimentarse con el ganado doméstico, obligándolos a cazar animales
asilvestrados. Los explotadores actuaban en perfecta armonía con Dickson, único
representante de la corona británica presente en las islas.
De los 14 gauchos y aborígenes
acriollados que todavía vivían en las islas, un grupo de ocho de ellos se
sublevó en desacuerdo con la nueva situación, el 26 de agosto de1833, seis meses después
de la invasión británica de las islas.
Su líder era el gaucho Antonio Rivero apodado Antook por los británicos. Lo secundaban
otros dos gauchos: Juan Brasido, y José María Luna; más cinco indios charrúas
acriollados: Luciano Flores, Manuel Godoy, Felipe Salazar, Manuel González y
Pascual Latorre Todos ellos,
tanto Rivero como los otros siete, eran analfabetos.
Estos rebeldes estaban armados con facones, boleadoras,
espadas, pistolas y mosquetes, en contraste
con las pistolas y fusiles con los que contaban sus oponentes.
Decidieron actuar por sorpresa, aprovechando la ausencia del teniente Lowe y
sus hombres, que se habían alejado por mar en una expedición de caza de lobos marinos. Fueron
muertos el administrador del archipiélago William Dickson, Mathew Brisbane,
Juan Simón, y otros dos colonos: Ventura Pasos y el alemán Antonio Vehingar. Ninguno de ellos
logró alcanzar sus armas antes de ser matado. Los
ataques fueron llevados a cabo cuando las víctimas estaban a solas, para
aprovecharse de la superioridad numérica. Posteriormente se instalaron los
gauchos en la casa de la comandancia. Según la historiografía argentina,
impidieron el izado de la bandera británica durante los siguientes cinco meses,
izando en su lugar una azul y blanca. Sin embargo, en los fuentes
contemporáneos no se mencionan las banderas, sino para explicar que, antes de
su asesinato, Dickson era el encargado de izar la británica.
Las vidas del resto de los colonos, de
los cuales 6 eran criollos y 17 de otras nacionalidades, fueron respetadas y en espera de que
las autoridades argentinas enviaran una fuerza naval para recuperar las islas
los confinaron en la isla
Celebroña Kidney
Island, en inglés. Durante dos meses entre el 26 de agosto y el 23 de octubre
de 1833 ambos grupos vivieron separados.
El 23 de octubre de 1833 atracó en Puerto Luis la goleta
británica HMS Hopeful seguida
por dos balleneras también británicas. La Hopeful rescató a las mujeres y niños de la
colonia de la isla Celebroña, poniendo así fin a la colonia de las islas.
Rehusaron a enfrentarse a los facciosos y decidieron en cambio reportar la
situación a sus superiores del sector sudamericano, por lo que se retiraron.
El 9 de enero de 1834, la HMS
Hopeful regresó a la isla
Soledad junto con la también británica HMS Challenger. El capitán Seymour
despachó al teniente Henry Smith junto a 4 suboficiales y
30 soldados, que inmediatamente izaron la bandera británica. Rivero y sus
compañeros estaban en ese momento preparando una rudimentaria embarcación para
dirigirse al continente. El 11 de enero de 1834 se entregó ante el capitán
Seymour el primer insurgente: el gaucho José María Luna; a cambio de conservar
su vida, sería el baqueano de los británicos en la captura de sus
compañeros. Recién el 21 de enero de 1834 los británicos lograron
recuperar el control de Puerto Soledad. Los
siete restantes, muy superados en número y armamento, optaron por retirarse al
interior de la isla. Smith, el oficial a cargo, ordenó la persecución de los
sublevados, aunque no les resultó fácil capturarlos, necesitando enviar varias
expediciones para obtenerlo. También los insurgentes debieron pedir pequeñas
treguas por la falta de alimentos. Finalmente, la rebelión pudo ser controlada,
lográndose apresar a todos los gauchos rebeldes. El último en permanecer
insubordinado fue el mismo Rivero, quien solo se entregó el martes 18 de marzo
de 1834 al saber que todos sus compañeros ya estaban presos y viéndose rodeado
por dos grupos de fusileros británicos.
Hay varias versiones sobre su
juzgamiento. En la primera, los insurrectos fueron trasladados engrillados a la
estación naval británica de América del
Sur a bordo del HMS Beagle, que al mando de Robert Fitz
Roy realizaba su
segunda visita a las islas, viaje que sería inmortalizado en la historia de la
ciencia. Allí se les inició un proceso penal en la fragata de tercera HMS Spartiate.
Por motivos no bien documentados el almirante británico no se atrevió a
convalidar el fallo y ordenó que Rivero y los suyos fueran liberados en Montevideo.
La otra crónica indica que fueron
llevados a Reino Unido, permaneciendo durante varios meses encerrados en la
prisión de Sherness sobre
el río Támesis. Según esta versión, el juicio terminó
en condena para los acusados; sin embargo, el hecho de que en vez de efectuar
el cumplimiento de la pena hayan sido inmediatamente trasladados a Montevideo
para ser liberados tiende a desacreditar esta última aseveración. Según otra
visión de los hechos, si bien en el juicio en Inglaterra se exigió para ellos
la pena de
muerte, el tribunal británico que los juzgó se declaró incompetente
debido a que sus acciones habían sucedido fuera de la jurisdicción del
tribunal, la cuál excluía Escocia y las colonias británicas.12 Por esta razón, el ministerio fiscal
aconsejó al almirantazgo embarcarlos de vuelta al Río de la
Plata, y dejarlos en libertad. Finalmente, Rivero y los suyos fueron
liberados en Montevideo.
Han llegado a nuestros días actas y
documentos escritos efectuados solo por la parte británica, quienes consideran
la rebelión de Rivero como el «amotinamiento de unos delincuentes» tratados
peyorativamente de «gauchos» e «indios salvajes». En esas documentaciones no se
menciona si los gauchos y charrúas argentinos intentaban mantener la soberanía
argentina; apenas se refiere que a los «gauchos» e «indios» que habían podido
quedarse en Malvinas se los usaba como peones en duras tareas y se les pagaba
solo con «vales», que perdían su valor, en el nombre de Vernet. También se hace mención de que Rivero
y sus compañeros arriaron la bandera británica y enarbolaron una improvisada bandera
argentina. Las palabras «gauchos» e «indios» durante el siglo XIX no
poseían los mismos rasgos que en la actualidad, pues en el pasado eran innegablemente
sinónimos de salvajismo y barbarie, incluso en la misma Argentina.
En cuanto a
la muerte de Antonio Rivero existen dos versiones. En la primera, Rivero,
incorporado en las filas del ejército argentino por Rosas, muere el 20 de noviembre de
1845 combatiendo a los británicos en la Vuelta de Obligado. En
la segunda versión, se sugiere que falleció de muerte natural.
Según los
argentinos: No hay unanimidad de opinión respecto a la figura de
Rivero y sus acciones en Malvinas por parte de los historiadores argentinos. Ricardo
Caillet Bois y Humberto Burzio, miembros de la Academia Nacional de la Historia
de la República Argentina, mediante un dictamen emitido en el año 1967, opinaron que las acciones de Rivero
carecieron de todo motivo patriótico, aunque llegaron a esta conclusión luego
de analizar los documentos contemporáneos al alzamiento, que son exclusivamente
de origen británico.
Juan Lucio de Almeida mantiene una
posición intermedia: no logra probar que Rivero actuó «movido por patriotismo»,
aunque no cree que «su acto fue el de un criminal común».
Por su parte, el revisionismo
histórico argentino tradicional, rescata la figura de Rivero poniendo el acento
en los móviles patrióticos de la rebelión gaucha contra la autoridad británica.
Finalmente, una nueva corriente
revisionista de la historia argentina, sostenida por Felipe Pigna, José María Rosa, Fermín Chávez, Pablo Hernández, y Horacio Chitarroni,
encuentra en este alzamiento una conjunción entre las luchas y reivindicaciones
sociales y populares por un lado, con las nacionales y patrióticas por el otro. Se debe diferenciar lo que es
"novela histórica" como escribe Pigna y la historia discutida a
partir de documentos.
Según los británicos: Rivero es considerado solamente como un delincuente,
denominando al incidente que protagonizó «Los asesinatos de Port Louis». Se
hace hincapié en que, como resultado de su alzamiento, terminaron por
extinguirse los últimos restos de la colonia de Vernet en las Malvinas.
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