Dentro de la cosmovisión de los indios mesoamericanos el nahual también
nagual, se consideraba como un animal protector personal de los humanos desde
el momento de nacer. El espíritu del nahual era el encargado de guiarnos
y protegernos por toda la vida. Los nahuales se manifiestan durante
el sueño y así se puede conocer cuál es nuestro nahual; o bien, por la afinidad
que uno siente por determinado animal; por ambos medios se puede conocer la
identidad de nuestro nahual personal. Así pues, una mujer que cante muy bonito
seguramente tiene como nahual a algún pájaro cantor, como el canario o el
tzentzontle. Sólo los brujos y los chamanes tienen la capacidad de contactarse
directamente con los nahuales, lo que les permite poseer los sentidos
sobresalientes de los animales en cuestión: buen olfato, buena visión, buen
oído… etcétera. Incluso pueden adquirir la morfología de dichos animales,
capacidad que se conoce como teriantropía, palabra compuesta de los radicales
griegos therion, “Animal salvaje” o “Bestia”; y anthropos, “Hombre”.
Fray Bernardino de Sahagún constata en su obra Historia general de las cosas de la Nueva España que: El nahual es el sabio, poseedor de discursos, dueño del depósito, sobrehumano, respetado, grave, serio, no burlado, no sobrepasado. El buen nahualli es depositario, hay algo en su interior, guardador, observador. Observa, conserva, auxilia; a nadie perjudica.
La palabra nahual, nahualli,
deriva de la raíz náhuatl nau-, “Doble” y del sufijo
sustantivizador -lli. Se trata de un elemento del
hombre que lo relaciona con lo sagrado, es el interior y el espíritu de las
personas. Para otros investigadores, el término nahualli significa “Aquello que es mi vestido”,
“Lo que tengo sobre mí”, lo que nos sugiere la transformación del hombre en
otro ser animal. Para los pueblos mexicas los nahualli se convertían en
hechiceros tlatlacatecolotl, “Hombres búhos”, cuando empleaban sus poderes con
el afán de perjudicar a las personas; o podían ser los lectores de los códices
sagrados, además de ejercer como curanderos. Los nahualli empleaban tres formas
básicas para convertirse en animales: desaparecer totalmente y convertirse en
animal, desprenderse de las partes del cuerpo para conseguir el mismo fin,
desprenderse del alma durante el sueño para tomar la figura del animal.
Varios códices constataron la existencia de los nahuales en el pensamiento
mesoamericano. La mayoría de las culturas mesoamericanas como la tolteca, la
maya y la mexica creían que los dioses poseían la capacidad de transformarse en
animales. En el mundo mexica, nahualli se encontraban bajo la protección de Tezcatlipoca,
el dios de la guerra, cuyo nahual fue el jaguar y el coyote, pues sabemos que
cada dios del panteón azteca tenía la capacidad de tomar la forma de uno o
varios animales. El colibrí fue el nahual preferido de Huitzilopochtli.
Pensaban los antiguos que los nahuales cuidaban la Tierra y los Espacios
Sagrados. Eran “Ojo” y “Garra”, ya que vigilaban que todo estuviera en orden, y
castigaban a los transgresores de los dogmas y los rituales religiosos; idea
que aún prevalece en numerosos pueblos indígenas de la actualidad; verbi
gratia, en relación a los perros negros o a los coyotes que se roban bienes
materiales.
El nahual estaba capacitado para hacer
el bien o el mal; se encontraba relacionado con algunos sistemas calendáricos
adivinatorios, que servían para saber si una persona se convertiría en nahual
en algún momento de su vida. Así por ejemplo, en el Tonalpohualli, “El cómputo
de los días”, calendario ritual de los mexicas, el día del nacimiento de una
persona determinaba con que animal se encontraba asociado, y si era débil o
fuerte. Si una persona había nacido en el día del perro, adquiría la parte
débil de tal animal. De los veinte días en que constaba el mes mexica diez
pertenecían a animales, los cuales se manifestaban en sueños y bajo ciertas
circunstancias. El animal de su nacimiento constituía su tonalli: cocodrilo,
lagartija, serpiente, venado conejo, perro, mono jaguar, águila, buitre, que
determinaba sus cualidades como personas, ya fuesen buenas o malas. Por
ejemplo, el día 2 Tochtli, Conejo, era nefasto para quienes habían nacido
en él. En cambio, el día llamado Cipactli, Cocodrilo, era un día fausto,
gobernado por Tonacatecuhtli, dios de la crianza, quien nacía en tal día
poseería mucha energía en el trabajo, y lograría recompensas y reconocimientos.
Aun cuando también debían considerarse los números de los días y a que trecena
pertenecía el día en cuestión.
Lo mismo sucedía con el calendario maya; según la cosmovisión de esta
cultura el calendario fue una guía espiritual que regía la vida de las
personas, y en general la vida cotidiana. Contaba con veinte nahuales
correspondientes a veinte días con sus trece energías. Estos eran: Imix, el
monstruo de la tierra, cocodrilo; Akbal, ciervo pequeño, jaguar, ciempiés,
perro, murciélago y serpiente; Kan, su augurio es el pájaro mérula mirlo;
Chicchan, serpiente celestial; Cimi, tecolote; Manik, aguijón de escorpión, su
augurio el perico y la guacamaya; Lamat, perro deforme con cabeza de jaguar;
Muluc, sus animales de augurio son el Xoc pez mitológico y el jaguar; Oc, perro
negro; Chuen, asociado al dios mono; Eb, su animal es el ah uitz, el tordo; Ix,
jaguar sangriento; Men, tal vez águila; Cib, abeja brava y venado; Caban,
pájaro carpintero; Edznab, pájaro Momoto; Cauac, quetzal; y Ahau, águila
rapaz.
Daremos el ejemplo del nahual Ajmac,
“Difuntos”, que determinaba el espíritu de la persona nacida en ese día
el día de la semana llamado también Ajmaq. Tiene como punto cardinal el
oeste, como elemento la tierra, como lugares de energía las grutas, las
cavernas, los ríos y el mar. Simboliza el día de los ancestros, del perdón, la
fuerza y los pecadores. Sus colores son el gris, negro, blanco y amarillo. El
nahual correspondiente es la abeja y el águila. Ajmat es símbolo de fuerzas
morales, de la conmemoración de los padres muertos. Es la conciencia y la
sabiduría antigua, la prudencia, el equilibrio y las fuerzas cósmicas.
La persona que nace bajo éste símbolo
está bajo el nahual Q’anil y su porvenir es regido por el día c’at su misión;
si la persona no toma en cuenta ese día, será perseguido por sus faltas y
pecados. Pasa su vida lentamente, pero logra sus objetivos. Tiene a la vez el
don de la curiosidad y de la prudencia.
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