En el calendario cristiano, el día 2 de
febrero se conmemora la fiesta de la Purificación de la Santísima Virgen María
llevada a cabo cuarenta días después del nacimiento de Cristo, y la presentación
de Jesús en el Templo de Jerusalén, centro del culto judío, construido en el
año 1000 a.C. por el rey Salomón, y destruido por los invasores babilonios en
586 a.C.
Las dos ceremonias de esta fiesta se empezaron a celebrar en la
ciudad de Jerusalén desde el siglo IV y, poco a poco, la costumbre se fue
extendiendo a varios países del Medio Oriente.
La fiesta de la Candelaria llegó a Roma a finales del siglo
V, impuesta por el Papa Gelasio con el propósito de sustituir a la Fiesta del Fuego
y de la Fertilidad conocida como la Lupercalia que los romanos pagamos seguían
efectuando en honor de Luperco o Fauno, dios de la Fertilidad. El día 15 de
febrero, ante diem XV Kalendas Martias, llamado en lengua latina dies
februatis; o sea, día del toisón, los seguidores de Luperco –el famoso Fauno
Luperco- se reunían en una cueva del Monte Palatino, donde había vivido
el fauno lobo quien tomando la forma de una hembra loba había amamantado a los
gemelos Rómulo y Remo, fundadores míticos de Roma, y le sacrificaban bajo la
higuera Ruminalis, un perro y un macho cabrío, animales considerados impuros.
Una vez muertos, los animales eran desollados y los lupercos se ponían sus
pieles, la februa, sobre el cuerpo y recorrían la ciudad propinando latigazos a
todas las mujeres que les salían al paso, con el fin de propiciarles una segura
fertilidad; los hombres también resultaban golpeados y con ello alcanzaban la
purificación.
Cuando la fiesta cristiana fue plenamente
aceptada en Roma, se le incluyó la Letanía; es decir, se agregaron procesiones
cantadas como parte del ritual. Más adelante, en el siglo IX, la fiesta se
enriqueció con la ceremonia de la Bendición de las Candelas, de donde le viene
el nombre de Día de la Candelaria. La fiesta de la Candelaria 2 de febrero es
quizá de origen moro en todo caso en la Europa Central y nórdica constituía una
de las dos grandes festividades anuales de la religión precristiana de la
fertilidad cuyas sacerdotisas dieron origen a la idea de las brujas. Como
recuerda Ocaranza, la Candelaria es la fiesta de la Purificación; y las velas
benditas ese día se conservan para auxiliar a los moribundos o para librarse de
los peligros del rayo y del trueno y de las tentaciones del demonio.
Asimismo, la bendición de las velas que se llevan en la procesión
durante la celebración de los oficios, simbolizan la llegada de Cristo como “la
Luz que ilumina a los gentiles”.
A la festividad que nos ocupa se la conoce con diversos nombres:
La Presentación del Señor, la Purificación de María, la Fiesta de la Luz y la
Fiesta de las Candelas. Acerquémonos un poco, ahora, a la historia
mítica de la Virgen María. Para ciertos estudiosos, entre los que contamos a
sir James George Frazer, algunos de los aspectos y características de la
Virgen, derivan de los misterios atribuidos a la diosa egipcia Isis, tales como
la pompa de sus rituales, sus sacerdotes afeitados y tonsurados, los maitines y
las vísperas que se le rezan, la música de las ceremonias que se le dedican,
las aspersiones, las procesiones, las imágenes adornadas con profusión de joyas
y el hecho de que a Isis algunas veces se le haya representado amamantando a
Horus, su hijo, posición semejante a la de la Virgen cargando en brazos al Niño
Jesús.
Esta deidad egipcia, diosa Suprema y Universal, fue esposa y
hermana de Osiris, y, junto con Horus, formaban la triada principal del panteón
egipcio. Fue acogida por los griegos cuando conquistaron Egipto y la
sincretizaron con la diosa Deméter, Madre de los Cereales. En Alejandría,
puerto y ciudad de Egipto, se convirtió en la patrona de los marineros y en
diosa de la Luna. Cuando los romanos, a su vez, invadieron tierras egipcias, el
culto a Isis fue introducida en Roma y se la consideró como Madre Universal de
la Naturaleza, la Mayor de las Diosas, Reina y Soberana de los Hombres y fue
adorada bajo muchos nombres y muchas formas. Tal fue la veneración de que fue
objeto que llegó hasta considerarse el prototipo de la madre y la esposa, y,
por ende, de la mujer.
El símbolo de la Virgen nueva fecundidad. ,
madre divina en cuanto Theotokos, designa el alma en la que Dios se recibe a sí
mismo, engendrándose a sí mismo, pues sólo él es. La Virgen María representa el
alma perfectamente unificada, en la que Dios se hace fecundo. Ella es siempre
virgen, pues queda siempre intacta respecto a una.
Si es madre del Cristo histórico, es evidente que, en la medida en
que este acontecimiento histórico es interiorizado, no deja en absoluto de ser
madre y permanece virgen con respecto a esta nueva fecundidad. El hijo divino
nace sin la intervención del hombre en el misterio cristiano, que enlaza por
eso mismo con los ritos de la antigüedad que representan el nacimiento
milagroso del héroe. La virgen madre de Dios simboliza la tierra orientada cara
al cielo, que así se convierte en una tierra transfigurada, en una tierra de
luz. De ahí su papel y su importancia en el pensamiento cristiano, como modelo y
puente entre lo terrenal y lo celestial, lo bajo y lo alto.
Así, María fue Madre Inmaculada de Jesús. Nació el año 19 antes de
nuestra era. Sus padres fueron Joaquín y Ana, cuyo matrimonio fue estéril por
más de veinte años, razón por la cual prometieron a Jehová que, en caso de
tener descendencia, le consagrarían completamente a su hijo o hija. Por lo cual
María, al cumplir tres años de edad, fue entregada al Templo para dedicarse a
servir a Dios.
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