jueves, 23 de octubre de 2014

LA NOCHE DEL CACIQUE PIMA


Hasta  la capital del Nuevo México llegaron los clamores de las constantes rebeliones de los Seris y Pimas.


A mediados de 1761, el Visitador General Don José Gálvez comenzó a organizar una expedición militar a Sonora desde la ciudad de México, con el fin de pacificar a Seris y Pimas, frenar a los Apaches y proteger al Norte de México de las posibles invasiones que planeaban...


Mientras se preparaba  la tal expedición Satán andaba de plácemes, todo lo gobernaba a contentillo, crímenes y un mundo de fechorías solapadas por la impunidad, y cómo si no había un ejército como para doblegarlos y meterlos en cintura.


El Topahue era criminal de nacimiento, sus perversidades como jefe pima no tenía parangón; corría la sangre como arroyuelo en ese holocausto que hacía en cada ranchería el maldito cacique.   


Los españoles que quedaban estaban estupefactos por lo cruel de este indio, y más se asombraban pues se tenía razón en el sentido de que esta tribu de indios seris bajos, eran gente pacífica y muy pronto para aceptar las aguas del bautismo.

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