Una vez escuché esta leyenda de
labios de Ignacio Tacho, un Ópata puro quien junto con Ruperto Medina Z. era
uno de los más conocedores de las tradiciones de sus antepasados y de los pocos
Ópata puros que entonces quedaban. La leyenda dice así: Cuando fue creado el
mundo no existían ni la luna ni las estrellas.
Por la noche el cielo estaba oscuro y toda la
tierra en tinieblas.
Según la tradición de los pueblos ópatas, cuando
una mujer iba a contraer nupcias, tenia que cocinar una olla con carne de
venado maso, en Ópata y si a los padres del novio les gustaba el guisado, le
entregaban al joven su novia, si no, no había casorio.
Mucho antes de la llegada de los
españoles en una de las tribus ópatas había una joven muy bella llamada MECHA,
hija del jefe de la tribu y quien estaba dispuesta a casarse con su
pretendiente, el joven guerrero TUTULZIN.
Todos de acuerdo, se llevó a cabo la
ceremonia; los padres de Mecha escogieron la mejor carne de venado y ella la
puso a cocer sin separarse del fuego hasta que estuvo bien cocinada, luego, ya
tranquilamente se fue a dormir.
Pero la perversa UMOLA quien
también se quería casar con Tutulzin, vino por la noche y atizó el fuego de
nuevo por lo que por la mañana, cuando fueron a ver el cocido, éste estaba
quemado.
Como es natural la familia de
Mecha y la del novio estaban desesperadas; la novia afligidisima, todos
trataban de consolarla y ella sollozaba desconsolada.
La casa del dios TAA, el sol
estaba en ese tiempo muy cerca por lo que podía escuchar prontamente las
oraciones. Así pues, la princesa Mecha se dirigió a escondidas a un bosquecito
y desde allí le pidió al padre Taa: "Si realmente eres mi dios, mándame
una escala para subir a ti, no me dejes aquí decepcionada".
Taa escuchó la oración de Mecha y
le mandó la escala y ella empezó a subir; cuando iba a la mitad del camino que
la separaba del cielo, la vio uno de sus familiares y comenzó a gritar dando la
alarma.
Cuando ocurre un hecho de esta
naturaleza, se canta una canción para que la persona desista de su propósito,
el padre de Mecha fue el primero que empezó a cantar: "Oh, mi hija
querida, baja, es tu padre quien te llama, baja por el amor de dios".
Mecha por toda respuesta dijo: "No te rechazo padre mío, pero ahora mi
misión es encontrar buena carne de maso y si no consigo volver, yo seguiré
siendo tu hija en la otra vida".
Todos cantaban procurando convencerla, pero ella
seguía subiendo.., subiendo entre nubes blancas, hasta que comenzó a
resplandecer con una luz purísima y luego se trasformó en la luna mecha, en Ópata
que desde entonces admiramos en el cielo por las noches.
El novio, el valiente Tutulzín, no perdió tiempo y
trató de seguirla hasta el cielo, pero cuando estaba a punto de alcanzarla, se
transformó en una brillante estrella que ahora se llama estrella del norte.
Los antepasados decían de esta estrella que es el
perro que cuida a Mecha, porque no cambia de posición.
Tutulzín esperaba alcanzarla y casarse con ella
prescindiendo de la tradición, ya que se había enterado de la pérfida acción de
Umola.
Pero su amada había dejado la tierra antes que él y
aún sigue sin alcanzarla.
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