A dos kilómetros del
rancho llamado Agua de los López, en Baja California, se encuentra una
formación rocosa a la que se denomina La Piedra Larga.
El lugar donde se
halla dicha piedra fue antaño un centro ceremonial que los indios Guaycuras
utilizaban para rendir homenaje a su dios Guamongo.
En este sagrado sitio,
el guama, el hechicero de la tribu, llevaba a cabo las ceremonias
correspondientes para lograr los favores del dios máximo del grupo.
En el año de 1533,
llegaron a Baja California los invasores españoles comandados por Fortún
Jiménez. A fin de ponerse a salvo, los guaycuras se refugiaron en la sierra.
Alrededor de La Piedra
Larga, el guama realizaba ritos y ceremonias para que los españoles no
destruyeran sus tradiciones y dieran fin a su religión y a sus dioses.
El guama pedía a
Guamongo que enviase terribles enfermedades a los hispanos y que les dieran
muerte.
Los conjuros dieron
resultado, pues por ciento sesenta y cinco años los indios guaycuras, así como
sus compañeros de territorios los Pericúes y los Cochimíes, no fueron
perseguidos por las numerosos expediciones que se llevaron a cabo en la
península con el fin de colonizarla.
Expediciones que
estuvieron al mando de Hernán Cortés, Francisco de Ulloa, y Sebastián Vizcaíno,
entre otros más.
Cuando en 1697, la
catequización se implantó en la península y proliferaron las misiones, el dios
Guamongo continuó recibiendo sus ritos en La Piedra Larga durante muchos años
más.
Aún hoy en día,
después de cinco siglos, se recuerda a los indios guaycuras y sus suplicantes
ritos, pues la leyenda nos cuenta que durante la luna llena, a la media noche,
se ven figuras danzando y cantando alrededor de las Piedra Larga que no son
otros sino los antiguos adoradores del dios Guamongo.
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