Emiliano Zapata trabajó como contratista de esta hacienda que
además de azúcar producía arroz y comercializaba cal y leña que traían desde
villa de Ayala. Este lugar fue escogido por el Coronel Jesús Guajardo para
asesinar al Caudillo del sur y junto con el General González que había sido
mandado por el Presidente Venustiano Carranza para liquidar a Zapata acordar
que Guajardo se ganaría la amistad de Zapata y le propondría una alianza, para
afianzar esta unión le regalo un caballo llamada As de oros, que sería el
favorito de Zapata y finalmente le propuso que para sellar la nueva alianza lo
invitaba a un banquete que se celebraría en su honor el día 19 de abril de 1919
en la hacienda de Chinameca, en la mañana de ese día Zapata llegó a la hacienda
junto con diez de sus hombres, y cuando cruzaban por el portón, para entrar al
patio, los diez soldados de la guardia de honor de Guajardo simulando que
presentaban armas le dispararon simultáneamente, además soldados que estaban en
la azotea también dispararon por lo que el caudillo cayó muerto en la entrada
de la propiedad,
El
gonzalista Jesús Guajardo le hizo creer a Zapata que
estaba descontento con Carranza y que estaría dispuesto a unirse a él. Zapata
le pidió pruebas y Guajardo se las dio al fusilar a aproximadamente cincuenta
soldados federales, con consentimiento de Carranza y Pablo González, y
ofrecerle a Zapata armamento y municiones para continuar la lucha. Así,
acordaron reunirse en la Hacienda de Chinameca, Morelos,
el 10 de abril
de 1919.
Zapata acampó con sus fuerzas a las afueras de la hacienda, y se acercó a la
misma acompañado únicamente por una escolta de diez hombres. Al cruzar el
dintel, un ordenanza apostado a la entrada, tocó con su clarín la llamada a
honores. Esa fue la señal para que los tiradores, escondidos en las azoteas,
abrieran fuego contra Zapata, que alcanzó a sacar su pistola, pero un balazo se
la tumbó. No pocos condenaron el procedimiento. Además, esto dio lugar a que,
una vez muerto por más de veinte balas de escopeta en el cuerpo, Zapata se
convirtiera en el apóstol de la revolución y símbolo de los campesinos
desposeídos. El movimiento continuó, aunque ya con menos intensidad, y los
zapatistas acordaron nombrar a Gildardo Magaña Cerda jefe del Ejército Libertador del Sur. Él sería el
último, pues casi un año después, los antiguos compañeros de Zapata se
integrarían al gobierno aguaprietista,
aunque algunos de ellos serían asesinados por el mismo gobierno.
Entre
la gente común del estado de Morelos, que se negaba a dar crédito a la muerte
de Zapata, circulaba la creencia de que no era su caudillo el que había sido
asesinado por Guajardo. Se decía que le hacía falta un lunar, que si Zapata era
más alto o más moreno. Se decía que no era posible que, si Zapata había
escapado a tantas emboscadas y siempre había tenido tan buen olfato para los engaños,
hubiera caído de esta manera. Se decía que Zapata había mandado en su lugar a
uno de sus compadres, con quien compartía un gran parecido. Desgraciadamente la
identificación del cadáver de Zapata por parte de antiguos compañeros de armas
y gente cercana fue contundente: el cadáver correspondía al caudillo del sur.
Las
leyendas llevaron a Zapata hasta el Lejano Oriente, donde un compadre árabe le
habría ofrecido protección; según esa leyenda, Zapata se había embarcado en
Acapulco para huir a Arabia. Otros más aseguraban que en las noches de luna, se
le podía ver cabalgando cerca de Anenecuilco, el sitio de su nacimiento.
También allí ubicaban, décadas después, a un anciano encerrado en una casa, que
aseguraban era Zapata.
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