Una de las cosas que más
nos cuesta es "Dejar ir"
Nuestra naturaleza humana, en ese duro y variado proceso de aprender a vivir
intensamente, nos lleva a aferrarnos a personas, recuerdos, lugares, cosas,
estaciones que se nos van adhiriendo a lo largo del camino. Todo ello hace
parte del amar, del sentir, de nuestra fragilidad.
Ese asirnos, aferrarnos, llega en ocasiones a convertirse en dependencia,
sometimiento, atadura, apego; a tal punto que lo hacemos una necesidad vital,
demasiado difícil de soltar, aún cuando la vida misma en su proceso de
transformación y cambio, exige quebrantos y rupturas… Por ello, hay que
aprender a "Dejar ir"
Porque la vida está llena de momentos que demandan el "Desprenderse",
no obstante, deben soltarse de la mano, los hijos de sus padres, cuando logran
caminar por sí solos o deciden lanzarse al mundo a construir su destino; se
despegan del nido, las aves que sintiendo sus alas fortalecidas, quieren
emprender su vuelo; se despojan de recuerdos las personas que considerándose
esclavas del pasado, desean vivir más intensamente el presente y lanzarse a
la
conquista del futuro.
Hay que aprender a "Dejar ir", al amigo que después recorrer con
nosotros parte del camino, opta por seguir otros senderos muy lejanos y distintos
a los que hemos elegido; duele "Dejar ir" a esa persona que creíamos
sería el ser con quien compartiríamos el resto de nuestras vidas, pero que por
cosas del destino ya no está con nosotros, se ha ido.
Es necesario, "Dejar ir" a los seres amados que al cielo han partido,
aunque nos duela demasiado el decir adiós, no entendamos porque no podrán estar
más a nuestro lado, o creamos que por tanto dolor que experimentamos, Dios nos
ha abandonado.
No podemos aferrarnos a un amor no correspondido; ni tampoco al amigo que está
en búsqueda de otro camino; no tenemos el derecho de amarrar a los hijos que
quieren correr tras su destino; ni atarnos nosotros mismos a lugares a los que
ya no pertenecemos, a las cosas que no poseemos; porque no puede haber realización,
libertad y paz, donde hay ataduras, dependencias e inseguridad.
No es justo retener, ni presionar, aunque nos creamos poseedoras de la verdad,
o sintamos que al "Dejar ir", de dolor, vacío y soledad nos vamos a
morir… la mejor manera de saber si Algo o Alguien es para siempre, es soltarlo
y confiar que por sí solo vaya a regresar, es también aprender a dar la
oportunidad a que otros respiren otros aires, conozcan más, puedan vivir otras
experiencias y tener en sus manos el derecho de elegir, decidir, optar.
Porque aunque hayamos estado aferrados por un largo tiempo; en cualquier
momento debemos soltarnos; y se convierte en crisis el desprender, el cambiar
de lugar; el decir adiós para siempre a lo que intensamente sabíamos amar; el
liberarse de cosas, manías, costumbres a las que ya nos habíamos acostumbrado;
pero que en ese constante proceso de crecimiento y formación que estamos
viviendo, intentando construir nuestra perfección, es necesario desprenderse, "Dejar ir", para no llegar a ser esclavos, de nuestros
afectos, de lo humano; y no justificar que por nuestra fragilidad necesitamos
para vivir, estar apegados.
Qué arduo es "Dejar ir", y qué necesario es a veces intentarlo; para
ser capaces de enfrentar los cambios, reorganizar nuestra vida, empezar de
nuevo, volver a intentarlo; porque mientras Dios nos regale un día más de vida,
tendremos la oportunidad de encontrar lo que buscamos, alcanzar la paz interior
que tanto soñamos.
No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy; no es nada fácil enseñar el
corazón a que deje ir lo que más ha amado; porque implica romper un pedazo de
nosotros mismos, sentir que algo del alma nos han arrancado; el dolor no
deforma, sino que transforma, eh ahí una gran realidad; solo Dios le da el
verdadero sentido al existir, solo El tiene la capacidad de reparar,
renovar, fortalecer, llenar los vacíos, devolver la ilusión y enseñar al corazón a que
debe seguir latiendo, aunque por el desprendimiento, sienta que está
muriendo.
No dejes ir las oportunidades ni los sueños, ni las ganas de vivir o continuar;
hay que saber que es lo que nos hace realmente libres o que es lo que nos
impide avanzar… Dejar ir no significa olvidar a los seres que amamos, sino
aprender y entender que ellos deben seguir su camino, encontrar su destino y
hacer realidad el plan que Dios para ellos ha elegido...y que de igual modo
nosotros no podemos renunciar, sino mirar hacia adelante y luchar por
hacer nuestros sueños alcanzar.
Es el momento de detenernos a pensar, qué puertas han quedado abiertas y
debemos cerrar, qué hojas del libro de la vida hay que pasar, qué recuerdos,
sentimientos, cosas, personas debemos soltar o "Dejar ir"; para así
poder seguir e intensamente vivir.
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